De Purísima y Oro: todos quisiéramos ser Morante
Lo besan tarde tras tarde, eso es indudable. Es un misterio y nadie sabe por qué, pero las musas están con él y lo consienten. Morante de la Puebla, además, tiene duende. También, le recorre las venas el faraón. Cuando torea, todos los espíritus inspiradores de la dulce y dolorida Andalucía lo acompañan. Cada lance, cada pase, son lágrimas oscuras, van recubiertos de una tristeza como lamento de cante jondo. Quizá sea la palabra nostalgia la que mejor defina el asunto. (…)