Los cárdenos Buendía se han mudado de las marismas sevillanas a la frondosa vegetación de la sierra de Madrid, para conjuntar sus clásicas estampas con las rocosas tierras serranas. Un total de 180 vacas de vientre, además de las camadas de añojos y erales hasta sumar medio millar de cabezas desembarcaron en 1998 en las fincas del ganadero colmenareño Carlos Aragón Cancela, a la vera del embalse de Santillana. Un fiel partidario del encaste santacolomeño había materializado la ilusión de hacerse con la madre de esta procedencia mediante la compra de una de las tres partes que componían la fundamental vacada de Joaquín Buendía Peña: Bucaré. El hierro fundado por Javier Buendía, se ha preservado con antigüedad del 13 de agosto de 2005 y la nueva ganadería madrileña pasa a anunciarse Flor de Jara. Una ganadería que sigue exhibiendo principalmente reses cárdenas, bajas de agujas y degolladas, apegadas a su origen asaltillado. El nuevo propietario pretende asentar la selección en base a dos criterios primordiales en los que quiere insistir: fijeza y humillación. Dos carencias que el ganadero resalta en el comportamiento de sus reses y que quiere paliar para conseguir el toro que busca.
En El Canto de los Palancares pasta la camada de saca, a la espera de lidiarse esta temporada en los cosos de Vic Fezensac (Francia), Madrid, Bilbao y San Sebastián de los Reyes. A falta de concretar el destino de otros dos de los encierros, éstos serán los ruedos a los que saltarán los utreros con divisa roja y verde.
El ganadero no desea precipitar las cosas y lidiará de momento sus productos en novilladas. Eso sí, en plazas de primer orden como habrán podido comprobarlo. Con el tiempo confía poder empezar a lidiar corridas de toros, y se muestra consciente de las dificultades que pueda entrañar el fenotipo de caja reducida de sus Santa Coloma a la hora de superar reconocimientos en plazas de máxima categoría. Añade sin embargo con optimismo que aspira a que veterinarios y públicos demuestren en el futuro la sabiduría necesaria para dejarle lidiar ejemplares en tipo, para bien del espectáculo. Y formula el deseo que este encaste, que ha sufrido de cierta marginación en los años atrás, vuelva a ser del agrado de los toreros más cotizados del panorama actual, a los que brindará a buen seguro triunfos de los grandes.
Desde que ha cogido las riendas de Flor de Jara, el ganadero confiesa que le ha sorprendido gratamente todas las muestras de aliento que los aficionados le han ido manifestando al enterarse de su propósito de afianzar el protagonismo de un hierro santacolomeño en los tiempos actuales. Recalca el criador que observa en los aficionados una clara predicación por este encaste, una conducta que se aprecia con especial relevancia en Francia, pero que se percibe con igual entusiasmo en distintos puntos de la geografía española como Madrid, Bilbao y Zaragoza, por citar algunos, donde siguen encandilando los toros de esta procedencia. Muchos son los que siguen pendientes de la preservación de esta estirpe ganadera que ha cimentado unos de los emblemas del patrimonio bravo en todas las latitudes taurinas.
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Flor de Jara, la esencia del Santa Coloma