Muy interesante, una teoría con toda la barba. Durante un brindis de fin de año, después de que alguien nos presentara al que firma el presente como taurino y al joven como novillero, este me hizo patente su sentir:
– No se dejé don, no permita que le llamen taurino. Exija que le digan aficionado, nunca taurino.- Lo dijo mientras observaba a los corrillos que con la copa de vino blanco en la mano departían en torno nuestro. Como le tiro a lo que se mueve, recorrí las cintas buscando el motivo. Pero no, la cosa no iba conmigo y sabedor de que no hay mejor método para escudriñar el alma humana, podredumbres y vericuetos incluidos, le pregunté por qué y me dio una explicación detallada, versión que escuché calladito. (…)
Artículo de José Antonio Luna