Qué pena de novillada. Una vez que salta al ruedo de los Califas una novillada de lujo, los actuantes, a excepción de Ignacio González, han dejado pasar una tarde para sentirse toreros de verdad. Novillada por tanto interesante. Bien hecha, cuajada, con kilos y pitones. Además lo que es importante con su raza y casta. Unos más y otros menos, pero todos pusieron a los actuantes sus orejas en bandeja de plata. Lo que suele ocurrir en estos casos, es que la presión por un lado, la falta de oficio por otro y aptitud de cada uno, han hecho que tan suculento manjar no sea degustado correctamente. (Crónica de Salvador Jiménez)