No se puede negar que el arte es el principal y más bello ingrediente del toreo. O al menos en la época actual, en la que el desarrollo del toreo ya no es la simple función de preparar al toro para su ejecución a espada, sino la del lucimiento del torero, que con su pinturería, estilo y modismos, hará las delicias de los espectadores. Pero esos modos de lucirse (lances, suertes, pases, danza ritual) tienen no sólo estética; también técnica y mecánica, básicas para cada tipo individual, que los hace únicos, y que cada torero debe conocer y ejecutar, y que serán diversos de artista a artista según el matiz personal que cada uno le imprima.