Recuperó la feria de Montilla su formato tradicional. Es decir el de anunciar novilladas con lo más granado del escalafón inferior. Pero por desgracia al día de hoy no hay novilleros con un tirón suficiente para que el público acuda como en su día lo hizo en los comienzos de estas novilladas en la ciudad vinatera. Hoy por hoy, los novilleros están calcados unos de otros. Son prácticamente clones. Les cuesta incluso exponer un alamar y lo que es peor andan por la plaza como si tuvieran su carrera resuelta.
En la tarde de ayer el festejo quedo deslucido por el pobre juego ofrecido por los novillos anunciados. La cabaña de bravo comienza a preocupar. Ya ni los utreros se mueven. (Crónica de Salvador Jiménez)