Rafael El Gallo, entre lo genial y la espantá
Informa José María Sánchez Martínez-Rivero.
Encampanados se nos quedaban mirando, se veía que no querían abandonar a las vacas pero tampoco acercarse a nosotros. Les echamos los bueyes y al principio parecían seguirlos humildes – moviéndose lentamente con ellos – pero en cuanto se acercaban a unos treinta metros de donde estabamos los caballistas con la piara de vacas berreaban, bramaban, escarbaban y arrancando romeros con los cuernos, pegaban carreras de un lado a otro; cansados volvieron grupas y desaparecieron entre el boscaje – rompiendo el cerrado monte