De Purísima y Oro: De golpes y alamares

Aunque me pica el gusanito me he jurado ser piadoso y por ello, no les voy a hablar del espantoso vestido negro y rosa que Hilda Tenorio lució el domingo en la plaza México. Tampoco les voy a decir que parecía que el terno se lo había diseñado el más acalorado de sus reventadores. Bajo ninguna circunstancia comentaré que en vez de matadora, se veía como pastel de quinceañera. Cuidado con meterme en las preferencias de los demás. (…)


Artículo de José Antonio Luna