Hace días me preguntaba una aficionada taurina con la que conversaba sobre todo lo que se dice, se habla, se escribe, se critica, de la Fiesta Brava en Venezuela, ¿y la Ley Taurina? y le respondí con otra interrogante ¿vaya ud. a saber?.

Del codiciado proyecto de Ley Taurina Nacional, en verdad nada se sabe, por allá deberá estar engavetada en el escritorio de algún político que hace vida en la Asamblea Nacional Bolivariana, durmiendo el marasmo de quienes la impulsaron, defendieron en determinado momento y luego, la echaron al archivo del olvido.

De haber pasado el examen la olvidada Ley Taurina Nacional, las cosas serían más ordenadas en el desorden que impera en la Fiesta Brava de Venezuela, en el que hoy día, todos sus involucrados, halan para el lado que mejor les conviene, inventan e improvisan donde no deben hacerlo, predisponen a todo el mundo, a toreros, ganaderos, empresarios, cronistas, gremios taurinos, al que decentemente ponga su voluntad y esfuerzo para impulsar lo taurino en cualquier parte del interior del país.

La aficionada taurina con tono algo elevado me replica ¿carajo es que nadie se atreve a desempolvar el Proyecto de Ley Taurina Nacional, cual es el miedo que tienen quienes la redactaron e introdujeron en el seno de la Asamblea Nacional Bolivariana, por qué la olvidaron?, le dije «sentémonos a esperar las respuestas, si es que llegan».

Pesimismo con optimismo, una verdad bien clara como el agua, se piensa fríamente en la interrogante ¿y la Ley Taurina?.