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Informa: Lucrecia Enseñat Benlliure

La segunda de las Bailaoras que esculpió Mariano Benlliure aunque no está fechada, se podría datar entre la primera – que estudiamos en el número anterior de la revista- y 1914, año en que La Esfera dedicó un extenso artículo al escultor que reproducía, entre las últimas obras en las que se encontraba trabajando, una imagen de esta escultura en mármol policromado. El mármol conocido, sin policromía, fue adquirido en 1918 junto a Primer paso, otra célebre obra de Benlliure, por el coruñés emigrado a Montevideo Don Félix Ortiz de Taranco para decorar su mansión de estilo francés construida en 1910, convertido actualmente en Museo de Artes Decorativas de Montevideo (Uruguay).

Realizada también a tamaño real y en mármol de Seravezza, interpreta una alegre y melodiosa secuencia de zapateado, quizás una escobilla, que marca al tiempo que se recoge la falda atrás con una mano, y despliega un amplio abanico de volantes. El suave giro de su torso acompaña al brazo izquierdo levantado, que se arquea sobre la cabeza y enmarca su rostro. Don Mariano fija en el mármol un momento fugaz de esa secuencia de pies melodiosos, en el que la gitana apoya su peso sobre uno sólo de ellos.

Benlliure concibió para esta segunda bailaora un pedestal de mármol con un friso en bronce, que reproduce en bajorrelieve una secuencia de doce instantáneas del baile flamenco. El bajorrelieve en terracota Dos bailaoras es una réplica fechada en 1928 del correspondiente al frontis del pedestal. Las dos protagonistas nos recuerdan a las dos bailaoras ya descritas, emparejadas en un tablao flamenco.

Entre la escultura y su pedestal un mecanismo oculto permite el giro completo de la figura, y ofrece al espectador la posibilidad de captar, sin moverse, toda la ligereza y vibración existente en ese paso de baile.