Manolo Sánchez, con el primero que salió suelto en varas y frenó  en la embestida a los banderilleros, llegó echando la cara arriba en la muleta. El diestro vallisoletano insistió en porfiar con el toro con el que no había nada que hacer. Entrando con el brazo suelto dejó dos pinchazos perdiendo la muleta, media estocada, dos descabellos, dos pinchazos y una estocada baja. El cuarto, descarado de pitones y suelto de salida, descabalgó por dos veces al picador. Reparado de la vista, perdía el objeto por el ojo derecho. Además sufrió una caída y se mostró falto de fuerzas. Hubo algunos destellos con la muleta y en un momento resultó el diestro trompicado sin nada que lamentar. Atacando con el brazo suelto dejó tres pinchazos y una estocada caída.

El Juli, al segundo, toro mirón que peleó bien en varas, la faena la realizó citando fuera de cacho y rematando el pase fuerza. Así una y otra vez, como si arrancase hojas de un calendario. Atacando con el brazo suelto dejó una estocada, hubo petición de oreja que acertadamente no se concedió y saludó el diestro madrileño desde el tercio. El quinto, manso y sin fijeza, en varas derribó al piquero y llegó sin ofrecer garantía para sacar faena. Breve trasteo para acabar entrando de lejos y con el brazo suelto para cobrar tres pinchazos, una estocada defectuosa y rematar con el descabello.

Alejandro Talavante se las vio con el tercero que en varas descabalgó al piquero. El toro iba bien a la muleta y tras unos estatuarios de saludo continuó con pases sobre ambas manos fuera de cacho y con remates afuera en un trasteo sin ligar. Con el brazo suelto dejó una estocada ladeada, sonó un aviso, cuatro descabellos, le aplaudieron y dio la vuelta al ruedo por su cuenta. El sexto, manso con mal estilo, en varas descabalgó en dos ocasiones al piquero. La faena no pudo tener carácter  por la condición del toro al que despachó con brevedad atacando con el brazo suelto.

La corrida comenzó un cuarto de hora más tarde para arreglar el ruedo encharcado por la lluvia. En toda la tarde no se vio ni un intento de hacer un quite. El público, que triplica el número de aficionados, lo aplaude todo. El toreo fuera de cacho, el cite con el pico de la muleta, y la adulteración de la suerte de matar, entrando con el brazo suelto perfilado al hilo del pitón, y olvidando los cánones de la ejecución del volapié. Así al abandonar la plaza un veterano aficionado decía “esa no es mi plaza, que me la han cambiado”. Y para terminar, un aplauso al presidente del festejo, Don César Gómez, por su manera de llevar el orden del festejo desde el palco.