Por Rafael Comino Delgado – Del Toro al Infinito
En la madrugada del día 30 de julio de 2024 el maestro Paco Camino, “Niño Sabio de Camas”, nos dejó para siempre, y entregó su alma al creador, que seguro le tendrá en su Gloria. Se cumple ahora el primer aniversario de su fallecimiento y con este motivo quiero recordarle como persona y como torero. Ante todo, fue un hombre bondadoso, honesto, cabal, integro, como he conocido a muy pocos, que hizo mucho bien a todo el que se le acerba con sinceridad y alguna necesidad, siempre procurando que su mano derecha no se enterase de lo que hacía su mano izquierda. Para mi tuvo, fundamentalmente, tres virtudes que le definían y le definirán para siempre, cuáles fueron, grandeza de espíritu, es decir, magnanimidad, lealtad de corazón y humildad de alma, además de otras muchas más, entre las que destaca el ser especialmente amante de la verdad y enemigo de la falsedad, que siempre fue por la vida con la verdad por delante, no tolerando la falsedad. Por eso, para mi fue un ser superior a la mayoría de los mortales.
Teniendo en cuenta lo que aportó al toreo hay que considerarle como uno de los dos o tres, como mucho, más grandes toreros de la Historia, aunque para mí el más completo de todos los tiempos, si bien reconozco que es muy difícil, sino imposible, hacer comparaciones con toreros que actuaron en otras épocas. Lo tenía todo, valor, arte, torería, empaque, era muy bueno con el capote, con la muleta y con la espada (los profesionales dicen que incluso mataba los toros con arte, cuando la suerte de matar es una técnica), además de tener una cabeza privilegiada no solo ante el toro sino también ante la vida, por ello fue apodado, con razón, “El Niño Sabio de Camas”.
En vida se le hicieron muchos homenajes y se le concedieron muchos premios y medallas, aunque faltó alguna que mereció con creces, pero así es la vida, a unos se les supravalora y a otros, con muchos más méritos, no se les valora suficientemente, algo que ocurre en todos los aspectos de la vida. En cualquier caso, al maestro Camino se le ha reconocido, como el más grande o como uno de los más grandes, prácticamente en todo el orbe taurino. En España, Francia y Portugal, fue un figurón del toreo, y muy especialmente en Madrid, primera plaza del mundo, fue el toreo más valorado y querido, si bien su tierra, Sevilla, creemos que no le reconoció y valoró todo lo que merecía, sin embargo, tras su fallecimiento, le han concedido premios a título póstumo, y han publicado algunos artículos, valorándole en su justa medida. Creo que a medida que vaya pasando el tiempo los buenos aficionados sevillanos, que son muchos, irán reconociendo la enorme dimensión de Paco Camino como torero, que no ha sido igualada y menos superada hasta el momento. Antes de él, y durante el tiempo que estuvo en activo, los hubo muy buenos toreros, y después de él también los ha habido y los hay, pero tan completos como el maestro Camino, en todos los aspectos, ninguno le iguala, en nuestra opinión, respetando otros pareceres.
En toda Hispanoamérica taurina fue un gran ídolo, hasta el punto de que en plaza de toros Santa María de Bogotá (Colombia), en enero de 1967, fue nombrado “REY UNIVERSAL DEL TOREO”, y su afición le entregó una corona de Rey con la que dio la vuelta al ruedo.
Yo, que le seguí desde cuando aún no había cumplido los 12 años ni él los 14, y en los últimos tres años y medio de su vida tuve el privilegio de conocerle personalmente, y de ser su amigo, pienso que como persona fue un ser absolutamente excepcional, y como toreo inigualable.
Espero que allí donde se den toros estos días se le rinda homenaje, y se guarde un minuto de silencio, al comenzar el festejo, en su honor.
Quiero terminar dirigiéndome directamente a él, que nos ve y nos oye, para decirle: ¡Maestro, amigo, hace justo un año, cuando te fuiste, se abrió para ti la puerta grande más importante de todas, la puerta Grande del Cielo, pero no para que salieras, como tantas puertas grandes se te abrieron aquí en la Tierra, sino para que entraras y te quedaras para siempre en la vida eterna gozando de la gloria de Dios! ¡No te quepa la menor duda de que cuando mi espíritu abandone esta vida terrenal y llegue a esa vida eterna en la que tú estás, lo primero que haré será preguntar por ti, buscarte, para darte un abrazo, que habrá de ser espiritual, pues ya no tendremos cuerpo, y contarte lo mucho que se te echa de menos aquí en la Tierra, aunque eso tú ya lo sabes! ¡Maestro, amigo, hasta que nos veamos ahí arriba!