Rodrigo Santos, a la usanza portuguesa, dos orejas. Guillermo Martínez, grana y oro, silencio tras aviso y silencio. Jorge Sotelo, dos orejas, palmas y silencio en el de regalo. Los Forcados de San Miguel de Allende pegan al segundo intento en su debut.

  Abrió plaza «Charro» con el número 13 y 480 kilos, bonito, fijo desde su salida, al que Guillermo Martínez recibió a la verónica. Le hizo falta un tercer par de banderillas, pero como sucede en muchas plazas parece que hoy en día es la moda sólo dejar dos. Los toros de la familia Funtanet son de los que exigen, no son los flanes que quieren los matadores, necesitan ser toreados con sapiencia, oficio y técnica. Martínez nunca encontró una lidia adecuada. No metía la suficiente tela cuando decidía cambiar de terrenos por lo que no logró que entrara en faena el astado. Con la espada caló y después se vio en severos aprietos, pinchando y descabellando en varias ocasiones. Se retiró en silencio tras haber escuchado un aviso.

El segundo del lote de Martínez fue «Trigarante» con un peso de 482 kilos y el número 19, que no se prestó al lucimiento del matador, estuvo voluntarioso pero no logró entenderse, buscó por ambos lados y cambiándolo de terreno pero no concretó. Nuevamente fallo con la espada y se retiró en silencio.

El segundo de la tarde fue «Independiente» con el número 1 y peso de 450 kilos de la vacada de Campo Alegre. Jorge Sotelo inicio su faena con pases en largo por detrás y por delante, aprovechando el recorrido del animal. Dio buenas series por derechazo y con alardes y adornos conectó con el tendido. En una ocasión fue alcanzado por el prácticamente novillo sin percance alguno. Prosiguió toreando de rodillas y concluyó su labor por manoletinas. Dejó una estocada entera y el juez le concedió dos orejas.

El quinto de la tarde fue «Insurgente» con peso de 445 kilos y número 7, débil que se vencía de las patas delanteras. Brindó la faena al periodista taurino Pepe Mata. Le dio pases por ambos pero el toro caía sin permitirle terminar la serie. Buscó toreando a media altura teniendo sólo momentos. Estocada entera que sólo le valió las palmas de la concurrencia.

Cerró plaza «Allende», número 12 con 455 kilos de peso, un toro distraído y que iba cazando. No era necesario regalar un toro, pero fue la decisión de Sotelo, quien para ese instante ya tenía dos orejas. Dadas las dificultades del astado, se cambió de tercio sin que las cuadrillas le pusieran una sola banderilla. No pudo hacerle faena y ya con la poca atención de la afición que festejaba los 200 años de ser un país independiente, decidió abreviar. Todo quedó en silencio.

El tercero de la tarde fue «Bicentenario», reseñado con el número 10 y peso de 472 kilos, que a su salida derribó una puerta queriendo hacer de las suyas en el callejón. Rodrigo Santos le puso tres rejones de castigo. En las banderillas estuvo muy espectacular y arriesgando en demasía a sus caballos, tras lucidos quiebros dejó ver la tradicional santina, suerte de su invención en la que se recuesta en lomos del caballo y coloca la banderilla en el toro. Luego de poner una flor rodando en un palmo de terreno, colocó un par a dos manos. Mató con la hoja de peral en posición contraria y un tanto trasero. Cortó dos orejas.

 

Los Forcados de San Miguel de Allende, a cargo de Germán Goyeneche y Armando Lance, realizaron una buena pega al segundo intento, yendo a la cara Óscar Marina. El debut de un nuevo grupo en México, lo cual demuestra que sigue habiendo gente con iniciativa de hacer crecer la fiesta de los toros.

 

  Al final del festejo, Rodrigo Santos y Jorge Sotelo recibieron un distintivo por parte de la reina y el patronato de las fiestas del Bicentenario, y salieron a hombros.

Para el 18 se anuncia otra corrida en el marco de los festejos del Bicentenario, abriendo plaza Horacio Casas a caballo en compañía de los Forcados de Mazatlán, a pie Francisco Marco y Fabián Barba, quienes habrán de estoquear un encierro de la legendaria ganadería de Atenco.