Son tres toritos, que me despiden en las mañanas cuando salgo de casa.

Son tres toritos, que me reciben a final del día cuando llego al hogar.

Son tres toritos hechos de cristal que se encuentran en una mesita, en un rincón de mi oficina y que alegres parecen cornar al aire en su inerte embestida.

Son tres toritos… cada uno representante de un recuerdo nostálgico y cariñoso de las personas que tuvieron  la gentileza de regalármelos.

Cada torito es diferente, pero parecidos en su ficticia acometida que parece querer detener al tiempo en el espacio.

Memorias mías que comparto con tres toritos que en alguna manera han formado parte de nuestra vida.

Siempre están ahí… en el intercambio de alegrías y tristezas que nos da la vida… deteniendo el tiempo que llevan en sus diminutos pitones…

Tres toritos.

Tres recuerdos.

Tres amigos.

Misticismo y arte de la fiesta taurómaca.