Esa cuarta porción de aficionados cabales que acuden asiduamente a la Monumental de Las Ventas desafiando al temporal, cualquier circunstancia que sea, tampoco desertaron en la lluviosa tarde del primer domingo de abril, el mes conocido por el de “las aguas mil”. El ruedo de Las Ventas tiene un buen sistema de absorción del agua, a la hora de comenzar el festejo se le veía empapado pero sin grandes charcos, los toreros lo pisaron apto para torear y el festejo se celebró. Aunque no se tuvo en consideración al público o mejor dicho al sufrido asiduo aficionado, que también tienen sus derechos. Unos tomaron al asalto las gradas y otros aguantaron la pertinaz lluvia envueltos en plásticos o con amplios paraguas.

 

El ruedo mojado, calado, mientras que el resultado de la novillada resultó de secano en cuanto a detalles sobresalientes y lucidos y no porque faltase el sol, pues ya llevamos en Madrid cuatro novilladas de la temporada de 2011, y hasta el momento hornada del siglo XXI, pocos detalles ha dejado ver de lo que es la verdad del torero.

 

Se les ve fácil correr la mano, andan bien de valor, pero no se observa torear cruzándose en la cita, templar, sentirse, gustarse, ligar. Todo lo hacen fácil, pero sin personalidad, y no se puede echar la culpa al ganado que ha salido, los novillos bien presentados se han dejado torear en general. Estos muchachos y los que vengan a Madrid han de corregirse y apuntar toreo, torería con clase, pues cuanto a valor se les supone, se reconoce en el Ejército.

 

 

 

 

 

 

 

En la novillada dominguera que nos ocupa se corrieron reses de la ganadería murciana de Nazario Ibáñez Azorín encaste Carlos Núñez, que dieron juego aceptable con nobleza y cumplieron en varas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El zaragozano Luis Miguel Casares con el primero, noble de embestida, sacó un largo número de pases citando sin cruzarse, puedo redondear la faena que no logró y acabó de estocada delantera y ladeada. El cuarto de salida frenó  ante los capotes y se fue suelto. Topón e incierto en la embestida derrotó con fuerza en varas derribando y saliéndose suelto. El diestro resultó cogido y volteado, sin nada que lamentar. Bronco, corto de embestida y rebañando echando la cara arriba. Toda porfía era perder el tiempo, con el brazo suelto cobró un pinchazo, media estocada y descabello.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El malagueño Jiménez Fortes se lució con el capote en las verónicas de saludo al segundo. El novillo flojeó de manos, en banderillas volvió a resentirse y embistió ya trotón dificultando la colocación de rehiletes. En la faena enganchó la muleta y siguió acusando flojedad de remos en su noble embestida, sin embargo aguantó el largo muleteo a que fue sometido hasta doblar de pinchazo hondo y delantero, medio estocada y sonó un aviso.

 

El quinto lo recibió con primorosas verónicas. El novillo se arrancó fuerte en varas y derribó. Embistió con genio en una faena de pases y más pases, pero sin calar en el entusiasmo de los calados del tendido. Tras una estocada trasera y tendida, aviso, pinchazo, estocada y dos descabellos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El toledano Raúl Rivera hizo su presentación en Madrid. Se las vio con el tercero que apretó. Lo banderilleó clavando al hilo del pitón y solo por el lado derecho, por lo que al tercer par aviado el novillo le enganchó, por suerte sin consecuencias. Tras series de muletazos fuera de cacho y demasiadas series, sumó un pinchazo hondo, aviso y tres descabellos.

 

El sexto se salió suelto de la primera vara, se creció en la segunda apretando con los riñones. Banderilleó con un par por el pitón derecho y otro al violín. Puso voluntad en el manejo de la muleta y dos descabellos. Y tras dos horas y media salimos a la calle mojados, ¡Calados!

 

José Julio García

Decano de la Crítica Taurina

Escalera del Éxito 103