José Jiménez «El Gitano» antes del iniciar el paseíllo. (Pintura)

“Definir lo que se considera “el toreo gitano,» mezclando expresión, temperamento, decisión, valor, casta y raza en batiburrillo, se logra una mezcla que confunde la historia con la leyenda. Tan complejo como los orígenes de la tragedia sobre la que descansa la fábula gitana en los toros”.

(Victor José López “EL VITO”).

La historia del toreo calé se sitúa a medio camino entre la historia y la leyenda. Desde el legendario “Tragabuches”, al último matador contemporáneo, el camero Oliva Soto, la historia traza lazos comunes entre el toreo payo y la gente de bronce.

El escritor madrileño José Bergamín dijo que el toreo gitano “es el que se escucha con los ojos y se ve con los oídos”. Ahí radica el toreo gitano, en lo que sentimos. Por eso se acepta, por eso se admira y se ama. Porque además llega al corazón y se mete hasta lo más profundo de los tuétanos …emociona, tiene pellizco, es una clase torera que no se puede negar, quien la presencia siente ese tirón que nunca se olvida.

Un lance en la plaza de toros. (Pintura del Museo Carmen Thissen en Málaga).

El escritor-periodista José Julio García Sánchez lo ve así: “Cuando un torero gitano avanza silenciosamente hacia el toro, en ese primer paso que da, parece quedar suspendido en el aire. Abre parsimoniosamente los brazos, cita, y el vuelo del capote va con mesura al compás del movimiento. Cada paso parece medido. De los brazos cuelga la tela desfallecida y da la impresión de que el tiempo no corre. En un segundo movimiento vuelve a jugar los brazos para dar el siguiente lance y, toda la Plaza, concentra la mirada en la figura alada y garbosa del diestro gitano entre el embeleso y la emoción contenida. Ese deslumbramiento es un instante inacabable… ¡Cuánto arte! ¡Cuanto sentimiento! Con qué gracia y personalidad, estos conceptos marcan la diferencia. El arte gitano siempre es gratuito, benéfico y gratificante, pero es tan frágil como un barquito de papel en brazos de las olas enfurecidas de un mar embravecido”.

En el patio de caballos

En todo tiempo, son muchos los calorrós que han sentido la llamada del toreo. A través de las distintas épocas, en la extensa nómina de la torería, han destacado gitanos con sello propio, reflejo de los caracteres singulares de una raza.

En los orígenes del toreo gitano nos encontramos con la tragedia de José Ulloa “Tragabuches», natural de Ronda, que aprendió el oficio al lado de Pedro Romero.

Pedro_Romero_-

Pero, los toreros gitanos vienen de cualquier parte, no solo de Ronda. Entre los siglos XVIII y XIX, hubo también un torero cañí, tal vez el primero, de nombre:

José Jiménez “El Gitano”.-

Uno de los toreros más interesantes de la segunda mitad del siglo XVIII. Nacido en Cádiz, contemporáneo de Joaquín Rodríguez “Costillares», Pedro Romero y José Delgado alias “Hillo”, más conocido por “Pepe-Hillo».

De “El Gitano”, hay poca historia escrita. Aparece en los carteles de los festejos taurinos de Madrid como medio espada en las temporadas de 1786, 1787, 1788, 1789, 1791. También existen carteles de 1795, 1796, 1799 y 1800, que avalan sus actuaciones en la Plaza de la Real Maestranza de Sevilla.

A él le sigue:

Juan Núñez “Sentimientos».-

Que no fue una figura del toreo, pero sí un brillante banderillero, de raza gitana, que pronto se haría notar. De limitada habilidad torera, pese a su raza calé, poseía un extenso repertorio de testimonios expresivos y rasgos curiosos y notables de su carácter Pintoresco y marrullero. Junto a la cantidad de toreros que bullían por Sevilla y en toda Andalucía, con aquellos grandes maestros que dieron forma y fondo a la tauromaquia, también habían otros toreros con menos talento y cualidades que trataban de sobrevivir. “Sentimientos” por ejemplo, era un torero de pocos recursos para poder mantenerse exclusivamente de su toreo, y tampoco le ayudaba su escasa vena artística. Por tanto, sin ser como hemos apuntado al principio, un torero clasificado como figura, era un tipo singular. No de la categoría de Pedro Romero, Cúchares o Paquiro, pero siempre presto a ganarles la partida.

            Paquiro Cúchares

A Juan Núñez “Sentimientos», le faltaron los estímulos necesarios que apuntaba en sus primeras correrías toreras por el sevillano barrio de San Bernardo, donde no se sabe si nació, (por no haber sido hallado su nombre en los documentos registrados en dicha iglesia parroquial), pero sí consta que residió, próximo al Matadero Municipal. Esta cercanía fue el motivo de que, allá por la segunda mitad del siglo XVIII, se despertase su afición taurina.

Después de figurar en carteles de Sevilla y de otras plazas de Andalucía, torea como banderillero el año 1795 en Madrid. Animado por el público y por el ambiente festivo de su toreo, va recogiendo y asimilando los secretos de la profesión, pero para ser un privilegiado de la tauromaquia aún le falta brillo, carece de ese destello que relumbre, además de sentido del compás y el necesario carisma de las esencias gitanas.

Poseído de un duende personal se muestra ocurrente y gracioso en la calle, pero la mala bají le despoja de ese don cuando sale al ruedo. Total abandono o pérdida de ese duende que debe acompañar a todo calé en las plazas para abrigar un deseo y una esperanza. Desde el año de 1800 se contrata en la Plaza de Madrid como media espada con el sueldo de 400 reales, los que se elevan a 500 en el 1801, año en que presenció el 11 de mayo la tragedia de José Delgado “Pepe-Hillo”.

Sigue de media espada en el 1802, turnándose con Agustín Roca en la muerte del último toro de la tarde. También en estos años estoqueó en las novilladas y

no debió hacerlo mal cuando se anunciaban en los carteles con esta coletilla: …espada Juan Núñez, que tantos aplausos ha merecido en otras corridas».

Descanso de la cuadrilla. (José Villegas  1870)

En el 1803 torea en el coso hispalense del Baratillo, en compañía de su paisano Antonio de los Santos. Ese mismo año lo hace también como supernumerario, en la plaza de Madrid, situada entonces próxima a la Puerta de Alcalá. Actúa ya de matador en 1805, y lo hace en bastantes ocasiones en plazas del Norte, toreando con más asiduidad en la de Pamplona. Para que lo apadrine compromete a Joaquín López, secretario de la Comisión toros y festejos de la capital Navarra. Adulador y marrullero, se dirige por carta al referido señor López con el peculiar repertorio con que acostumbraba a realizar cualquier petición. Se ofrece para torear en Pamplona y banderillear dos toros, clavando de una vez seis rehiletes. En otra ocasión, había de prometer poner 24 banderillas, doce en cada mano.

En 1808, al producirse la invasión francesa, a “Sentimientos», se le llena su corazón de ardiente fervor patriótico. Al respecto, cuenta el escritor y periodista Sánchez Neira, que el lunes 26 de octubre en una corrida importante, Juan Nuñez brindó la muerte de su segundo toro al presidente don Pedro de Lama y Mora y dice que le expresó: “Zeñó Corregidor, brindo por Uzía, por to’a la gente é Madrí y porque no quee vivo ni un francé».

En opinión de otros autores esta frase fue pronunciada por el diestro sevillano Agustín Aroca Castillo, compañero esa tarde de Juan Nuñez frente a los toros de Juan García Hidalgo, antes del Conde de Valdeparaíso, procedencia de casta Jijona. Frase que le costó la vida. Pues fue hecho prisionero y fusilado por los franceses en los montes de Toledo.

Pero continuemos con la actuación de Juan Nuñez para señalar que el astado brindado al señor Corregidor, no era de buena condición, y después de varios muletazos “Sentimientos», entra a matar, logrando una buena estocada que resulta algo tendida, por lo que no tiene el efecto deseado. Núñez explota al momento y con la espada en la mano, se va para el toro y le propina una fea puñalada en el bajo vientre del animal que fue una afrenta a lo bien hecho. Dándose cuenta de inmediato de su mal proceder, con voz recia y mucho desparpajo mirando el tendido agrega: “Así, tienen que morir todos los gabachos», y lo que pudo haber sido una bronca sonora, se transforma en gritos y vivas patrióticos de los concurrentes, o sea las lanzas se le volvieron cañas.

Toreros de la época de Bonaparte

Cuando el Ayuntamiento organizó en ese mismo año (1808) las tres corridas de toros en honor de José I Bonaparte, Juan Núñez, fue ajustado para estoquear los toros en la cantidad de 1800 reales por corrida. Pero, al no recibir todo el dinero señalado, escribió una carta, (con fecha 4 de mayo de 1809), al señor Corregidor reclamando le pagasen 2.750 reales que se le debían: “de las corridas que la villa celebró en honor de la proclamación de nuestro soberano don José I». Y añade, que se halla en la más extrema miseria con una dilatada familia compuesta de mujer y tres hijos y dos sobrinos huérfanos de corta edad, todos “tiesos como un bacalao”. El Corregidor realiza las oportunas gestiones y le informan que la retención de esa suma de dinero obedecía a reclamaciones de individuos a quienes Núñez no pagaba sus débitos.

FRANCISCO VEGA DE LOS REYES «GITANILLO DE TRIANA»

El torero, ante la tardanza en recibir el dinero solicitado, acudió a la Superintendencia de Palacio – lo que prueba tenía amigos en todas partes- y en la nueva carta dilató aún más su familia, añadiendo dos hijos más a los tres anteriores. El caso es que surtió efecto y cobró sus 2.750 reales. Los que no vieron un cuarto fueron sus acreedores, porque el bueno de “Sentimientos», seguía fielmente la máxima aquella de “cobra y no pagues, que somos mortales».

Él continua tomando parte como tercera espada en la corridas de los años siguientes, mata novillos en puntas y consigue hasta que le cedan gratuitamente la Plaza para dar dos corridas de toros a su beneficio, por lo que resultó severamente criticado.

Pasados unos años, desapareció de la Villa y Corte y hasta se ignora la fecha de su retirada y la de su fallecimiento.

Juan Nuñez “Sentimientos», pasó a la leyenda por ser gitano, simpático y además feo. Había una coplilla en su honor cuya letra decía:

“Sentimientos” y el demonio

tuvieron una cuestión,

sobre quiera mas feo

y “Sentimientos” ganó”.

Continuará…

Antonio Rodríguez Salido

Compositor y letrista

Escalera del Éxito 176

 

José Luis Cuevas

Montaje y Editor

Escalera del Éxito 254