La Fiesta ha pasado por épocas muy difíciles pero nunca tan mal tratada como en la actual. Para los profesionales el pasado ya no existe, solamente los interesa el presente. Esta situación deja a la Fiesta sin futuro.

 

En el Siglo XVIII las corridas de toros desaparecieron por ley, pero la afición y la ilusión permanecieron intactas con toda la esperanza. Por fin la prohibición de los festejos se levantó en 1.808. No fue un triunfo de los aficionados, se trataba de agasajar a los odiados invasores franceses e invitarlos a gozar del singular espectáculo español. La Fiesta se restablece plenamente al término de la guerra de la Independencia. El rey Felón alegó para restablecer las corridas de toros que eran tradición y costumbre de España. Quizás esta es la parte más gris de la historia de la tauromaquia. La máximas figuras del momento, «El Sombrerero» y Juan León, rivalizaban más por sus enfrentamientos políticos que por su arte en el ruedo. El primero era absolutista y Juan León un empedernido liberal. La historia de sus vidas fue como su toreo, simples y mezquinas. El padre de Juan León era un entusiasta de la Fiesta por lo que Juan la vivió desde niño. Era amigo del padre de «El Sombrerero», del que también aprendió el oficio de fabricar sombreros.

 

Juan León toreaba mejor en la calle que en la plaza. Como torero era valiente pero más lo fue en la vida. Juan ejercía de camorrista, amante de la trifulca y la pela callejera. Actuó profesionalmente hasta cerca de los sesenta años. Su última corrida la toreó en Aranjuez el 25 de Mayo de 1.851. Falleció en casa del varilarguero, «Pinto», el 5 de Octubre de 1.854.

 

Antonio Ruiz «El Sombrerero» había nacido en Sevilla el 23 de Septiembre de 1.792, Era persona cabal, apartado de las juergas y las peleas. Como torero destacó por su calidad, hasta el punto de llamar la atención de Curro Guillén que le eligió para actuar en su cuadrilla. Poco después lo hizo de medio espada. Su vida profesional estuvo fracturada en dientes de sierra por sus ideas políticas, los liberales le hicieron la vida imposible. Se le consideró un extraordinario matador de toros.

 

Murió en la miseria el día 20 de Junio de 1.860.

 

La única cosa buena que le debemos los españoles al mameluco, Fernando VII, fue la creación de la Real Escuela Taurina de Sevilla en 1.830. Nombró director al vetusto matador Pedro Romero que ya tenía rebasados los setenta años. Jerónimo José Cándido sería el subdirector.

 

De esta institución salieron dos principales figuras, «Paquiro» y «Curro Cúchares» que serían los primeros matadores en rivalizar y dividir a los aficionados madrileños y sevillanos.

 

Las noticias taurinas que se sucedían comenzaban a interesar a los ciudadanos de toda España principalmente, como siempre, en los casos luctuosos. La muerte de «Pepete» por el toro de Miura, «Jocinero».

 

La amputación de la pierna de «El Tato» que estuvo expuesta en una botica de la calle Desengaño conservada en una pecera llena de alcohol. – «A dios Madrid».

 

La nueva suerte inventada por Manuel Domínguez «Desperdicios», «el farol». Además fue el primero en practicar el toreo de rodillas. Después toda la atención se centraría en los dos monstruos del toreo, «Lagartijo» y «Frascuelo». La competencia entre estos dos matadores fue auténtica, hermosa y apasionante.

 

El Siglo XX irrumpe en España, a la vez que regresa la monarquía, inundando la vida social de arte y toros – «Aquí, en España – decía Mazzantini -, para ganar dinero hay que ser tenor del Teatro Real o matador de toros». Luis Mazzantini toreó mil cien corridas y estoqueó cerca de tres mil toros. Toda la Nación se estremece con la muerte de «El Espartero». El miura, «Perdigón» le metió el pitón por el pecho, en Madrid. En su vida había recibido muchas cornadas. Cuando le comentaban sobre su triste sino, con orgullo respondía, – «Más «cornás da el hambre».

 

En la última entrevista realizada, por un periodista, a Rafael Guerra concluye con la pregunta – «Guerrita», ¿lamenta usted marcharse de los toros? – «¿Yo? ¡Eso ustedes!.

 

Reverte en su lecho de muerte exclama -¡Se acabó el carbón!.

 

Ricardo Torres «Bombita» sufre la decepción de no recibir la alternativa de manos de su hermano Emilio, un toro de Miura le había mal herido, a Emilio, en Barcelona unos días antes.

A principio del Siglo dos acontecimientos taurinos destacan sobre los demás, el famoso pleitos de los Miuras y la creación del Montepío de Toreros por el matador Ricardo Torres «Bombita»

 

Vuelven los contrastes entre las aficiones de Madrid y Sevilla aunque por esta vez los matadores implicados los dos son hijos de Madrid, Rafael «El Gallo» y Vicente Pastor. Rafael ha sido el torero más sevillano de todas las épocas, a pesar de estar bautizado en la calle Atocha.

 

Vicente Pastor es el único caso en la historia que la afición de Madrid se ha entregado totalmente a un torero nacido en la Capital. Poco más tarde llegan los Bienvenida para alumbrar el panorama taurino. El padre, don Manuel, «El Papa Negro» fue el más importante de toda la Dinastía aunque sus hijos, Manolito y Antonio llegarían más lejos.

 

Al toreo muchos son los llamados pero pocos los elegidos. Las competencias taurinas han de ser auténticas, volverán cuando el público quiera y no cuando sean preparadas por los que manipulan los hilos del toreo. Los tiempos cambian una barbaridad en la Fiesta, pero nunca se acabara.