Esto de los indultos que se otorgan en los periplos taurinos de las Ferias Venezolanas es todo un síndrome contagioso que pone en entredicho la actuación de la Autoridad Taurina en la Plaza de Toros, toda vez que se dejan imponer desde el callejón de La Plaza y de los graderíos, que se le perdone la vida a un astado que muchas veces no se lo merece,

 

Este síndrome contagioso invade las Plazas de Toros de Venezuela, sea de primera, segunda y tercera categoría, sin olvidar las portátiles.

 

El indulto de un toro debe cumplir con todos los cánones para ello. En la explicación más sencilla para el espectador y aficionado que asiste a una corrida de toros, es el propio toro el que se gana que le perdonen la vida, con su casta y bravura demostrada con su embiste al capote, al caballo, a la muleta, en la faena que le ejecuta el matador de toros.

 

Hoy día, es muy común, en las Plazas de Toros Venezolanas, observar como se pide el indulto cuando un matador de toros da cuatro trapazos a un toro de medio embiste, petición que ellos mismos aupan y saben lograrlo, vemos como afloran los pañuelos de los aficionados, como el Empresario y sus acólitos, mayorales de los ganaderías lo piden sin vergüenza alguna aprovechando la algarabía desenfrenada del graderío y las Autoridades Taurinas, caen complacientes concediendo el perdón al toro que no lo merece.

 

Claros estamos que han existido toros que se han merecido el indulto, en buena ley, pero muy cierto es, que de unos cuántos años para acá, han sido otorgados indultos inmerecidos que no benefician a nadie en el mundo del toro.

 

Ojala este síndrome contagioso del indulto inmerecido no se haga presente en las venideras Ferias Taurinas en Venezuela porque ya pareciera, ser un punto de honor, en las Comisiones Taurinas Municipales, el concederlo congraciándose con los Empresarios y Ganaderos, olvidando el daño que hacen al aficionado y por supuesto, a la Fiesta Brava.