Bardo de la Taurina:

Casi desde siempre se estilaba trillar aquello de que todo tiempo ido había sido superior, mas hoy eso ya ni se recuerda pues traducido a lo entendible quiere decir que estamos en una época en donde pululan los toreros estandarizados, con afortunadamente algunas milagrosas excepciones, lo cual es patético ya que jamás se le debe de perder la cara al toro de la autenticidad, ese que por principio debe estar fuera de los alberos pues si no es así se estará apelando cada vez más a lo que estamos desde hace rato sufriendo, como lo son los tiempos que el Bardo llama del “TT” (Tri Taurino) en sus dos versiones: una la itinerante, esa que no hace falta aclarar que se trata de los gambusinos que andan por España y Francia, y la otra la de los paisas que se la rifan por acá, pero sin salirse del esquema convencional.

Por supuesto que en lo taurino tanto valen los unos como los otros, incluyendo a los que le echan arte y valor en Sudamérica, subrayando que pisar tierras ajenas siempre será beneficioso, pero el punto al que me quiero referir es al hecho de que parece ser que la torería está padeciendo esa lacra hoy infiltrada no nada más en la tauromaquia azteca sino en toda la sociedad como lo es la piratería.

Sí, porque lamentablemente los toreros que ahora están yendo al viejo continente parece que quieren torear como los de allá y cuando regresan pareciera que los de aquí les quieren copiar, total que esto es el juego de nunca acabar y por eso es que estamos atravesando por la época del toreo en línea, o dígame usted ¿qué torero nuevo ofrece una propuesta diferente, salvo algunos como Rodolfo Rodríguez ‘El Pana’, Rafael Gil ‘Rafaelillo’, Miguel Cepeda ‘El Breco’, ‘Jerónimo’, Juan Luis Silis o Luis Conrado en los de coleta alternativada?

Ante ese panorama vamos dejándonos caer este próximo jueves por la noche a la Asociación de Matadores pa’ que los ‘Bohemios del Toreo’ ‘El Pana’, ‘Rafaelillo’ y ‘El Breco’ nos digan en qué botica se adquiere eso que a ellos los caracteriza: autenticidad, personalidad y sello inconfundible.Y voy doble contra sencillo a que ninguno de estos personalísimos diestros llevará una de esas tabletas electrónicas ni hará uso de un celular ni mucho menos estará twitteando a la hora de la verdad, que es cuando hay que darle la cara al toro y al público.

Leonardo Páez:

No exagero si afirmo que nunca en la historia de la tauromaquia había habido un espíritu de la época –clima intelectual, cultural y anímico de la sociedad en determinada era– tan opuesto a la grandeza del espíritu del toreo como la presente, caracterizada no sólo por la despersonalización yel consumismo, sino sobre todo por la creciente pérdida de identidad de los pueblos a partir de la imposición de la mal llamada globalización, en la que unos cuantos ganan y la mayoría pierde, pero creyendo que también gana.

Esta torpemanera de querer reducir el mundo al llamado pensamiento único, en el que determinados países económica y militarmente poderosos obligan al resto del planeta a gustar y practicar lo que esos países consideran política, económica y culturalmente correcto, es lo que más contribuye al debilitamiento de las expresiones identitarias y culturales de otros pueblos. Pero a la ofensiva anterior hay que agregar la ceguera y el comercialismo cortoplacista de los propios interesados en que ciertas manifestaciones pervivan, por ejemplo la tauromaquia.

Así, en lugar de volver a la esencia del toreo, es decir, a la bravura, edad y trapío, como sustento del arte de la lidia, se empeñan todos –empresas, ganaderos, apoderados, figurines, críticos y autoridades– en seudomodernizar el rito con un animal descastado, dócil y repetidor pero sin fondo ni transmisión, lo que trae como consecuencia una tauromaquia predecible, tediosa, carente de misterio y, por ende, la proliferación de toreros triple eme, muleteros monótonos modernos.

Como cereza en el pastella doble moral y la flexibilidad ética de los coletas importados –desconocidos, salvo dos o tres–al venir a hacer la América, con ejemplares penosamente disminuidos en bravura, edad y trapío, antes que por exigencia de aquellos por la dependencia y el servilismo de los acomplejados empresarios taurinos latinoamericanos, así como de los diestros locales que medio figuran. ¿Para qué necesitamos antis?