El ser humano cuenta con cinco sentidos: vista, oído, olfato, tacto, gusto, que lo mantienen conectado con el exterior, le generan información que va al cerebro, que la procesa e indica la actuación a seguir y dentro de este contexto, la Fiesta Brava también tiene estos sentidos que en el caso de Venezuela, se han perdido por completo.

En la Fiesta Brava Venezolana, ante el incierto futuro que tiene por delante, nadie quiere ver, oír, oler, gustar, tactar, el inminente peligro que la rodea, dentro y fuera de ella. 

Lo taurino venezolano por culpa de sus propios protagonistas, en el escarpado camino que transita, no tiene idea de la realidad, ni pensamientos o imaginación, no hay unión, ni comunicación, ni esfuerzo por preservarla, ni advierte el peligro que lo rodea y cuando lo tenga ya de frente, no habrá defensa que valga y en sus efectos, los taurinos en general, ni siquiera tendrán tiempo de sentir dolor alguno.

La Fiesta Brava Venezolana, sin los cinco sentidos, si no se recuperan a tiempo, como es debido, estará marcando su destino final, que no quiero ni pensarlo pero, hoy por hoy, es la cruda verdad y realidad.