¿Pueden ver un niño el espectáculo taurino?

 

“Por supuesto que lo tiene que ver, torear es un acto de amor, no es un acto de violencia, hay violencia intrafamiliar, violencia en los video juegos y en el lenguaje de la vida diaria”.

 

¿Hay sangre, hay muerte, eso es dañino para los niños?

 

“No, porque la vida es una dualidad, es un reflejo de Eros y Tanatos, el ser humano es vida y muerte”.

 

Así me contestó Mary Carmen Chávez Rivadeneyra, una socióloga, investigadora taurina, buena aficionada a los toros y, desde luego, madre de familia.

 

Además que el lunes pasado ella estuvo en la televisión hablando de toros, usted debe recordar esa pluma tan sabrosa, bordándola en OyT, en su columna El sentido y el duende, durante  la temporada grande de la plaza México.

 

La entrevista del inicio de este texto se la hice en la ciudad de Tlaxcala, durante el coloquio taurino que se llevó a cabo el pasado mes de enero.

 

En la ponencia de ese coloquio, la socióloga mencionó que en el colegio donde estudian sus hijos la primaria, ella les ha hablado a los niños de la fiesta de los toros.

 

Y, ¿cómo reaccionan los niños?, le pregunté.

 

“Mira, precisamente fue una iniciativa que tuve el año pasado en el colegio Madrid de la ciudad de México porque los niños no conocen el toreo, hoy en día lo más importante es informar no deformar, lo van conociendo con esa naturalidad de la vida, van entendiendo la fiesta y el toreo. Al final de las pláticas algunos papás me han preguntado, ¿en dónde compro los boletos?, un día un niño se acercó y me dijo: maestra, usted me puede llevar el domingo a la plaza”.

 

Siguió diciendo, “ese colegio tiene una apertura ideológica muy grande con mucho soporte cultural, yo hice la propuesta porque el colegio permite que cada padre, de acuerdo a su rol social y su actividad profesional, puede ir a hablar con los niños acerca de su trabajo”.

 

Muchas madres que desconocen las bondades del toreo, quizá no permitirán a sus hijos asistir a una corrida de toros, es entendible que tratando de proteger a sus hijos lo impidan. Pero las madres que sí conocen lo que es la fiesta de los toros, no tienen empacho en llevar a los chavales a ver una corrida de toros, saben que no se harán violentos los niños. He llevado a mi nieta de ocho años a las corridas y le gustan, cambió su concepto porque en la escuela le han dicho que las corridas son violentas.

 

Torear es un acto de amor, no es un acto de violencia

 

En una parte de la ponencia, dijo  Mary Carmen: “El lenguaje es primordial en los niños aplicándolos en los terrenos de su vida diaria una vez que van a las plazas de toros. He escuchado decir: se me despitorró el lápiz. Pinché: saqué nueve en la tarea. A la hora del examen será el momento de la verdad. El profesor estaba hecho un Miura pero le di un pase por alto. La maestra tiene nombre de rejoneadora, se llama Conchita, yo le agregué: Cintrón. En el salón hay muchos villamelones. Olvidé mi libro, qué petardo. Me vacunaron pero me crecí al castigo. Esta noche la luna está astifina. Mamá, ya se cuál es el secreto del toreo, ¿cuál?, el secreto es quedarse quieto.

 

“Llegó una carta antitaurina el pasado diciembre a la asamblea legislativa de la ciudad de México firmada por 273 científicos extranjeros. En ella que afirman, sin bases pero con cinismo, que existe una relación entre la violencia hacia los animales -en especial en las corridas de toros- y la violencia social. Según esta lógica, entonces un elevado número de policías y soldados gringos asisten a las corridas de toros, dado el notable índice de violencia social en su propio país y en otros, de preferencia proveedores de petróleo y de droga. Desde luego las toneladas de basura por televisión y cine con que Estados Unidos inunda a diario el planeta, no las consideran otra forma de violencia ni políticos, ni antitaurinos, ni animalistas”.  Tiene lógica, digo yo.

 

Sí a las corridas de toros. Sí a que los niños asistan a las corridas.