Cuando el primero de los citados diestros pasaba de muleta al cuarto astado de la tarde, éste dio un espectacular salto, encaramándose en uno de los tendidos de sombra, llegando en su recorrido hasta las proximidades del palco presidencial, volteando a una señora en su retroceso, hiriendo al Secretario del Ayuntamiento y más tarde a un espectador.

 

Entre sustos y carreras de los espectadores, Raimundo Tato subió al tendido donde campeaba por sus respetos el cornúpeta, al que clavó varias veces el estoque en distintas partes del cuerpo, y como no consiguiera hacerle doblar, el alcalde  D. Urbano Martínez, se acercó a la cabeza del novillo saltarín y le metió en ella tres balas de otros tantos disparos, que le dejaron para el arrastre.

 

El público premió la bizarría y valentía de la primera autoridad municipal haciéndole dar la vuelta al ruedo entre una clamorosa ovación, después de otorgarle las dos orejas y el rabo del novillo que tantos sustos ocasionó.