SABIAS que entre las coplillas taurinas más populares de la España del siglo XIX, figuran éstas:
De Córdoba, Lagartijo y de Granada Frascuelo.
De Algeciras, Cara Ancha y de Cádiz, Marinero
De Sanlúcar de Barrameda, el simpático Monilla,
y El Gallo y El Espartero, salero de la ciudad de Sevilla
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¡Vaya dos cosas juncales!…¡La nariz de Chiclanero,
las patillas de Corrales!.
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Para sabio, Salomón. Paquiro para torero
y para gobernar a España Don Baldomero Espartero.
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¡Adiós barrio de La Viña, plazuela del Mentidero, donde para Bocanegra, con toítos sus toreros!.
¡Qué lástima me ha dado ver a Pepe-Illo rezando en la capilla del Baratillo!.
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Ya está el torico en la plaza, que parece un pajarico.
El Reverte lo torea y lo mata Lagartijo.
Lagartijo tiene un hijo que se quié meter a fraile
y en Valencia lo reclaman torero como su padre.
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Cuando anuncian los carteles que Reverte va a matar
se escandaliza Sevilla y to el pueblo de Alcalá.
Me gusta a mí Reverte, por lo torero,
porque tiene matando mucho salero.
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Ahora sustituyamos las coplillas por epigramas relacionados con los toros.
En nuestra plaza de toros,
y desde el palco cuarenta
admiró la cornamenta
de un Miura, Juan Morales;
y su esposa (esto es notorio)
le dijo con mucho mimo, cuernos como esos,
mi primo te ha puesto en el dormitorio
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Compadre, yo he visto un toro en la plaza de Jerez.
¡Compadre, si usted lo viera, todo se parece a usted!.
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En una plaza de toros, una mujer dio un chillido,
porque un toro que salió le pareció su marido.
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Lloraba un niño en la cuna y su madre le decía:
¡Calla que te coge el toro! Y era el padre el que venía.
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Mi marido en los toros bien se divierte.
Cada uno se alegra de ver su gente.