Los toros dieron la mala nota, pues carecían de trapío, de bravura y de casta. Muy mal presentados -salvo quizá el sexto de la tarde-, no permitieron que los toreros se lucieran la tarde de hoy; las malas condiciones de los toros y el viento que no cesó de molestar dificultaron mucho la labor de los matadores. José Luis Angelino, al cortar una oreja a cada uno de sus toros, se hizo merecedor del premio anual, entregado por el Mtro. David Eduardo Rivera Salinas y por el C.P. Juan Enríquez Rivera.

                José Luis Angelino (de blanco y oro) recibió su primer toro Rilli, No. 46, de 451 Kg., negro, meano, anovillado, cornicorto y sobaquero, con una larga cambiada de rodillas. Realizó poca labor con el capote y destacaron un par de chicuelinas al quite. Puso banderillas. Con la muleta no pudo lucir mucho pues el toro tendía a calomochear y a revolverse en un palmo de terreno con brusquedad. Deja una estocada, entera y desprendida. Una oreja. El cuarto de la tarde, Orión, No. 82, de 525 Kg., negro zaino, avacado, cornicorto, veleto, acusó debilidad de los remos delanteros desde el inicio, daba arreones más que embestidas, pero Angelino se mostró voluntarioso y logró despertar por momentos a un aletargado público, cuando puso banderillas por segunda ocasión. Dejó ¾ de estoque ligeramente desprendido. Una oreja.

                Víctor Mora (de palo de rosa y oro), recibió al segundo toro, Loquillo, No. 23, de 505 Kg., negro y burriciego, pues remató en más de dos ocasiones en los burladeros lastimándose el testuz; el juez no concedió el cambio de toro solicitado por el respetable. Mora no pudo hacerle nada a este toro por las condiciones defectuosas que presentaba y al tercer viaje despachó a Loquillo con una estocada cruzada, pero efectiva. El quinto de la tarde, Centurión, No. 1, de 453 Kg., cárdeno claro, tocado del pitón izquierdo, fue un toro que aunque presentaba mejores condiciones de lidia que sus hermanos, no pudo ser bien toreado por Mora, quien desde la Plaza México en su última actuación evidenció falta de sitio. Dejó una estocada entera y desprendida. Una oreja.

Jorge Delijorge (de champagne y oro), tuvo en suerte al tercero de la tarde, Maño, No. 87, de 529 Kg., cárdeno oscuro, meano, sobaquero, rabicano y acucharado. Con el capote destacaron tres navarras y un manguerazo de Villalta. Delijorge lo probó por derechazos y naturales, pero no logró cuajar la faena. Finalizó su labor con un bajonazo de efectos letales. Silencio. El sexto de la tarde, Rulos, No. 34, de 531 Kg., cárdeno oscuro, paliabierto, nevado de los cuartos traseros, meano, bragado y sobaquero, el mejor de la tarde; fue recibido con larga cambiada de rodillas y lanceado por verónicas. El picador Cruz Prado se llevó la ovación del público al dejar un muy buen puyazo en inmejorable sitio. Delijorge se mostró voluntarioso con Rulos, que metió bien la cabeza, tenía fijeza y transmisión a los tendidos, pero el matador dejó ir las orejas por su falta de tino con la espada; lo despachó al cuarto viaje con ½ estocada delantera y ligeramente desprendida.

El niño becerrista Ángel G. Platerito, hizo también su aparición vestido de luces. Al finalizar los seis toros de lidia normal el público zacatecano permaneció en sus asientos para apoyar esta joven promesa, quien desafortunadamente corrió con poca suerte; el eral de la ganadería de Torrecilla, pese a salir despitorrado, hizo por Platerito en dos ocasiones, ocasionándole golpes severos. Tras una serie de intentos por matar a Goytia (sic), No. 62 de 300 Kg., el eral fue devuelto vivo a los corrales.

 

 

Desde Zacatecas, crónica de Jánea Estrada Lazarín