Allá por el siglo XVIII, en ciertas ciudades mexicanas, Aguascalientes, Durango, Veracruz, Guanajuato o Celaya, se venían celebrando corridas de toros aunque de menor categoría que las ofrecidas en la capital de México. La Fiesta Nacional española fue arraigando en los gustos y costumbres del pueblo azteca y, a medida que fueron llegando toros de lidia y proliferando en aquellas tierras el ganado bravo, las corridas de toros fueron haciéndose más frecuentes. También ayudaron otros factores, como el impulso que recibieron por parte de algunos mandatarios aficionados cómo fue Juan Ortega Montañés, quien había desempeñado el cargo de arzobispo de México y posteriormente nombrado virrey por el rey Felipe V de España. Este clérigo era un apasionado de los toros, y su gran afición influyó en gran medida en la decisión que tomara el Duque de Alburquerque de levantar una plaza en Chapultepec, en la que actuaron caballeros descendientes de españoles.

Rodolfo Gaona

Sirva estos breves apuntes de la historia de las corridas de toros en México, para llegar a ese extraordinario torero que fue Rodolfo Gaona, formidable personaje, capaz de competir nada más y nada menos que con “Joselito” y Belmonte. Vino de México y rompió todos los esquemas y todas las normas. Era un tipo exótico, elegante, misterioso, como aquel que montaba los toros en los tiempos de Goya, el indio Ceballos, pero en esta ocasión con el manejo del capote, innovador y variado. Brillante y espectacular con las banderillas y poderoso y eficaz con la muleta y el estoque.

 

Gaona, elegante, exótico y misterioso torero mexicano.

Nació el 22 de enero de 1888, en León de los Aldamas, en el estado de Guanajuato, dentro de una familia de escasos recursos. Sus padres, Roberto Gaona, navarro de nacimiento, y su madre Regina Jiménez de nacionalidad mexicana. Aprendió el oficio de torero en una Escuela de Tauromaquia montada por su descubridor, un viejo banderillero español de la cuadrilla de Ponciano Díaz, llamado Saturnino Frutos “Ojitos”, nacido en Madrid y que había sido peón del matador de toros granadino, Salvador Sánchez “Frascuelo”. Debutó en la plaza de México con extraordinario éxito y pronto se convertiría en un ídolo de la afición mexicana. Dominaba los tres tercios de la lidia con asombrosa facilidad y era un torero largo, de variado repertorio con el capote, sin posible rival con las banderillas y a veces, no siempre, un excelente estoqueador, como señalará el excelente crítico Vicente Zabala.

 

En el año 1907 se presentó en la plaza de El Toreo de la Condesa, inaugurada ese mismo año, antes de embarcarse para España en busca de la alternativa llevando en su equipaje más de cien novilladas toreadas. Pero aquí no lo tuvo fácil. Pese a que ya corría su fama, Madrid no le abrió las puertas. No le surgían los contratos con la prontitud que deseaba. Su mentor “Ojitos”, que debía de contar con el secreto de la enseñanza en materia tan complicada como es el toreo, ante la negativa de la empresa de Madrid de no querer atender sus razones para darle esa oportunidad a su alumno, buscó cerco a fortaleza tan inexpugnable y organizó una corrida de toros en una pequeña plaza que en esos tiempos había en Puerta de Hierro de Madrid. Para aquella presentación invitó a lo mejor de la afición madrileña y a los taurinos más influyentes, a que comprobasen la calidad que poseía su torero y para forzar a la empresa a poner fecha para la deseada alternativa. El resultado fue que todos los invitados quedaron asombrados de las excelentes maneras que exhibió el mexicano, pese a que los toros que saltaron a la arena no fueron los más apropiados para su estilo. No obstante Gaona pudo exhibir su extraordinario toreo elegante y primoroso, que luego le sirviera para alcanzar los primeros puestos en el toreo.

La aventura de la Puerta de Hierro le valió la pena, pues pudo ser contratado para tomar la alternativa en la desaparecida plaza de toros del barrio madrileño de Tetuán de las Victorias.

 

Antigua plaza de toros de Tetuán de las Victorias

Se la otorgó el modesto torero Manuel Lara “El Jerezano”, al cederle la muerte del toro Rabanero, del hierro de Basilio Peñalver. Por esa corrida Rodolfo Gaona cobró la cantidad de 1500 pesetas. Este fue el primer paso importante de su carrera en España, antes de la confirmación de su doctorado, en el año 1908, de manos del madrileño Juan Sal “Saleri”, actuando de testigo Tomás Alarcón “Mazzantinito”. El toro de la ceremonia tenía de nombre Gordito, y pertenecía a la ganadería de Juan González Nandín.

Tras su confirmación el espada mexicano se situó entre los toreros más solicitados para lidiar las corridas del abono de la Feria taurina de Madrid y otras ciudades españolas. Diez días después el 15 de julio de 1908, lidia la corrida inaugural de la plaza de toros de Vista Alegre de Carabanchel, al lado de “Bombita” y “Machaquito”. Como anécdota curiosa Ricardo Torres “Bombita” le cedió por galantería el primer toro lidiado en aquella señalada ocasión, llamado Sentimiento, de la ganadería de la marquesa viuda de Castellones. Gaona aprovecha la generosidad del tomareño “Bombita” para obtener un importante y sonado triunfo.

Tras esta actuación regresa a su tierra triunfante y las campanas de su ciudad de León, tocan a gloria. La gente le recibe con verdadero entusiasmo por los éxitos obtenidos en la Madre Patria, convirtiéndose en un auténtico figurón del toreo. Durante el 1909 torea en su país treinta dos tardes. Al año siguiente (1910), lidia un total de cuarenta y seis corridas por todo México, y la que torea el 23 de enero en la plaza de El Toreo de la Condesa, durante la lidia del toro Pinalito, de la ganadería del Marqués de Saltillo, sorprende al público mexicano ejecutando por vez primera un pase realizado con el compás abierto, el capote en la espalda, sujeto con ambas manos y cargando mucho la suerte que fue un dechado de perfección y de arte. Dicho lance había sido empleado y descrito por Paquiro anteriormente y puesto en práctica por “Ojitos”, sin embargo, fue Gaona quien lo hizo popular.

 

Plaza de toros de Vista de Alegre.  (Madrid) «LaChata».

El nuevo lance, al que algunos ya llamaban “gaonera”, fue estrenado en España el 28 de marzo de 1910, en la plaza de toros de Madrid con el siguiente cartel: Rodolfo Gaona, Vicente Pastor y Rafael “El Gallo” con toros de Benjumea. Vuelve a repetir actuación en ese mismo coso el 17 de abril del 1911, con “Machaquito” Vicente Pastor, en corrida que sustituye a Rafael “El Gallo”, con toros de Santa Coloma. Esa tarde Gaona vuelve a echarse el capote a la espalda y arma una revolución. Aquellos lances entusiasmaron de qué manera al público, que al día siguiente la prensa no se ponía de acuerdo para darle ajustada denominación, a propósito del nombre y de la ejecución. Unos la confundían con el toreo de frente por detrás, otros decían que de frente por delante. Tuvo que llegar el crítico DON PÍO, que ese año empezó a escribir de toros, para dejar asentado que esos lances con el capote a la espalda, tenían que llevar el nombre del que dio a conocer la nueva suerte, y desde entonces las llamó “Gaoneras”.

 

Ya en “plan de estrella”, toreó infinidad de corridas. Más de setenta en 1911, más de ochenta en 1912, y así durante cinco temporadas compitiendo con los mejores. Siendo junto con los sevillanos “Joselito” Belmonte, los que formaron la llamada terna de oro. Vino a Córdoba ese mismo año (27 de mayo, tercer día de feria), para torear con Rafael González Madrid “Machaquito”, Rafael “El Gallo” y el padre de “Manolete”. Tarde de mala fortuna para Gaona al resultar herido de gravedad por el cuarto toro de Campos Varela, de nombre Cigüeño, que le asestó una fuerte cornada en el pecho, al entrarle a matar. Esa sería la más grave cogida que sufriera en toda su carrera.

Una vez restablecido de su percance, su mayor fijación fue “poderle” a “Joselito”. Su pretendida competencia le fue imposible mantenerla porque le faltó fibra y temperamento para rivalizar con quien era en unión de Juan Belmonte, el torero más importante de todos los tiempos. No obstante, se prodigaba muchas tardes con él, con su hermano “El Gallo” y Belmonte, por todas las ferias en carteles de lujo…los cuatro se bastaban y se sobraban para programar una feria. También se pretendería su rivalidad con Ignacio Sánchez Mejías, cosas no siempre lógicas que se le ocurren a la gente. Porque si bien Sánchez Mejías era un torero de pelea, un auténtico gladiador, Gaona caminaba por otros senderos, de modo que era imposible ese pugilato artístico. Pero su obsesión por querer mantener la rivalidad con “Joselito”, hace que la temporada del 1915 se quedara fuera del abono de Madrid desde que tomara la alternativa. “Ese año los “Gallistas” iniciaron una campaña en mi contra. La ofensiva fue iniciada con un recurso que ejerció el propio José Gómez Ortega, “Gallito” exigiéndole a las empresas que ningún torero fuese contratado de primer espada en las corridas que él torease excepto su hermano Rafael ya que con eso, yo quedaba excluido de las combinaciones por ser el torero más antiguo a lo que las empresas se resignaron. De “Joselito” no podían prescindir, aparte del cartel que tenía, controlaba la mayoría de las ganaderías de Andalucía y contra él no podíamos estar porque con él estaba su hermano Rafael que todavía tenía un gran peso en los carteles y además contaba con Juan Belmonte que se dejaba llevar por la corriente”. “De suerte que yo pagué el pato”. Comenta Rodolfo Gaona en sus memorias, MIS 20 AÑOS DE TORERO, refiriéndose a esta guerra en su contra.

“El Califa de León” fue un excepcional artista. Toreó con el capote con maravilloso juego de brazos y natural elegancia. Era poseedor de un gran repertorio especialmente en las largas, lo mismo que en las cambiadas, los afarolados o la clásica cordobesa del famoso Rafael Molina Sánchez “Lagartijo”. Con las banderillas triunfó en todos los ruedos españoles muy especialmente en la plaza de Pamplona donde clavó el célebre “par de Pamplona”, una hazaña realizada el 8 de julio del 1915, dentro de las fiestas en honor del santo patrón San Fermín y que quedó inmortalizada para la historia, por la cámara de Aurelio Rodero y los pinceles del artista palentino Yuste de Espinosa.

 

Rodolfo Gaona al final de sus días.

Desde esa fecha hasta el 12 de abril de 1925 en que bajo las “lágrimas del dios de la lluvia”, se despidió en su tierra lidiando siete toros de forma magistral, hay una vida de torero con grandes altibajos, ciclos de temporadas enteras en las que resplandecía su elegancia, su variedad, alegría y valor y otras en las que le dominaba la indolencia, la apatía, el temor y la pereza.

Por su grandeza dentro del toreo, le dedicaron algunos elogiosos calificativos como: Califa de León, Petronio del Toreo, Indio Grande, Sumo Pontífice de la Tauromaquia, Benemérito de la Patria, entre otros.

El torero Rodolfo Bernal Gaona Jiménez, murió en la ciudad de México, el 20 de mayo del 1975 cuando contaba 87 años de edad.

 

Antonio Rodríguez Salido

Compositor y letrista

Escalera del Éxito 176

Jose Luis Cuevas

Montaje y Editor

Escalera del Éxito 254