A lo largo de la historia del toreo, se recuerdan con mucho cariño y anhelo a todos esos maestros que desgraciadamente ya no se encuentran con nosotros, esos que fueron ejemplo de valentía y que actualmente han pasado a la historia por su arte y sangre torera.

El maestro José Candido Expóxito, uno de los toreros más famosos y aclamados en su tiempo. Para recordarlo tenemos que dar un gran salto en el tiempo y centrarnos exactamente en el año 1734, año en el que nació y un día del 30 de noviembre, en la ciudad española de Cádiz, una tierra repleta de luz y color.

Desde muy joven, Expóxito se aficionó por el mundo de los toros y tan pronto como le dieron oportunidad, ya formó parte de la cuadrilla de “El Lorencillo”. Sus maravillosas dotes no pasaron desapercibidas, de manera que un 25 de mayo de 1758 hizo su presentación en Madrid, estando apoderado por el gran matador Diego del Álamo.

El cariño y la admiración del pueblo no se hicieron esperar, de manera que el maestro empezó a recorrer con éxito las plazas de toros de toda España. Expóxito aprendió mucho de sus compañeros, y fue su constante aprendizaje, junto con su serenidad y valor lo que le convirtieron en un mito.

El triste desenlace le llegó un 23 de junio de 1771 cuando se celebraban las afamadas fiestas de San Juan, en la Plaza del Puerto de santa María, convirtiéndose de esta manera en el primer torero profesional que fallecía al ser corneado por un toro. La afición y sus compañeros quedaron completamente conmocionados ante la triste pérdida.