Las fotos que acompañan a estas líneas, se refieren a un hecho que escuché contar a uno de sus protagonistas, Alfonso González Chiquilín», tío del actual matador de toros, respecto a una corrida celebrada en agosto de 1960 en la plaza de la población de Muro, en Mallorca, con toros de Valverde, de Salamanca, para Alfonso González «Chiquilín», «Sanluqueño» y Pepe Núñez, que tomaría la alternativa. En realidad, esto sería lo único que vería el público, porque el segundo Valverde, «Cubetero», infligió una tremenda cornada en el muslo a «Chiquilín», que cuando  estaba siendo atendido  en la rudimentaria enfermería, escuchó un grito del público e inmediatamente después vio entrar en la enfermería a «Sanluqueño», que llevaba… tres cornadas nada mas: en la ingle, en el muslo y en la axila. El pronóstico fue de «gravísimo», igual que el de «Chiquilín», que sufrió además una fractura de fémur.

El recién alternativado Pepe Núñez, subió entonces al palco y le dijo al presidente que no mataba al toro, el cual incluso había matado un caballo en el tercio de varas. «Cubetero» pertenecía a la ganadería conocida como de «El Cura de Valverde», por ser su propietario, don Cesáreo, canónigo de la catedral de Salamanca. La presidencia optó, entonces, por suspender y meter en la cárcel al recién doctorado Pepe Núñez. Hizo mal: en aquellas circunstancias, seguir con el festejo hubiera sido celebrarlo sin enfermería, ocupada cromo estaba por los otros dos toreros.

 

Pero no acababa allí el terrible domingo: cuando llevaron al día siguiente a los heridos a Palma de Mallorca, en una  habitación contigua yacía Salvador Guardiola, desnucado por un toro en la plaza de la capital de las Islas. A este toro lo mató Salvador Tabora, entonces sobresaliente, y  tiempo después célebre dramaturgo y director teatral de vanguardia.

Esto nos lo contaba Alfonso «Chiquilín» en la cafetería Hispania, en la calle Cruz Conde, a Paco Avalos, Manolo Yepes y a mi. Tenía yo 14 años, y me parece que los estoy viendo a todos.

 

José María Portillo Fabra, Presidente de la Tertulia «El Castoreño» del Real Círculo de la Amistad de Córdoba.

(En las fotos, un soberbio natural de Chiquilín en las Ventas, el momento de su cogida  por «Cubetero» y el cartel comunicando la suspensión de la corrida)

 

Orla a Alfonso González Chiquilín, Autor Domingo Echevarría

RECORDANDO A ALFONSO GONZÁLEZ «CHIQUILIN» (2), 

POR DOMINGO ECHEVARRÍA

Domingo  es ingeniero, profesor, escritor y poeta, vicepresidente de la Tertulia El Castoreño. Tiene  las aficiones de caballista y tocaor de guitarra, y fue, además, amigo hasta el final de Alfonso «Chiquilín». De ahí que nos haya remitido la  crónica del festejo en el que «Chiquilín» resultó gravísimamente herido y la versión que el propio espada le dio del percance.

 

Alfonso Chiquilín entonándose con Domingo Echevarría a la guitarra.

 Por mi gran amistad con Alfonso González «Chiquilín», me sumo a la noticia que José María Portillo Fabra, presidente de la Tertulia El Castoreño del Real Círculo de la Amistad de Córdoba, ha dado sobre una de las tardes de toros más dramáticas que se recuerdan.

El toro causante de los percances de «Chiquilín» y «Sanluqueño» en la plaza de Muro, en Mallorca, se llamaba ‘Cubetero» probablemente por criarlo dándole leche mediante una cubeta. Ya en la ganadería mató a un hermano de camada, y en el ruedo de muro, al  caballo del picador «Carbonero», de la cuadrilla de «Chiquilín», y a este le dió una cornada que se ve en la foto,  y al voltearlo, le partió el fémur. A continuación le dio tres cornadas a «Sanluqueño». Pepe Núñez, que había tomado la alternativa en el toro anterior, entró a la enfermería, que era una habitación con suelo terrizo, para indagar la situación, y «Chiquilín» le dijo: «No lo mates. Te va a coger igual que a nosotros». Y el  hispano mexicano se negó a matar al toro. Los banderilleros, llevando espadas escondidas en los capotes  consiguieron que doblara, lo que provocó un escándalo. El doctor Arines consiguió mantener vivos a los dos heridos, pese a que al acabarse el algodón, tuviera que utilizar el relleno de los petos  desinfectado con alcohol. Ya en el hospital de Palma de Mallorca, Alfonso «Chiquilín!» escuchó llorar en la habitación de al lado, y creyó que era su familia, pero era la de Salvador Guardiola, que había resultado muerto en un percance rejoneando en Palma.

 

Con razón le llamaban «la sombra de Manolete»

«Chiquilín» era muy amigo mío. Ya mayor, estaba poco atendido, por lo que con unos amigos había ido a verle tras una operación de peritonitis. Estaba ya despidiéndome de él cuando me dijo: «Domingo, tápame, que tengo frío». Así lo hice, y al salir escuché como un quejido. Me volví y a los pocos minutos había muerto. Lo que no consiguió «Cubetero», lo consiguió la vida de penalidades que llevaba. Historias de los que empezaron con gran expectación y acabaron como Dios quiso. La otra cara del toreo.

Era bisnieto de una hermana de «Lagartijo» y llevaba sangre de «Manolete». Torero por los cuatro costados.

Domingo Echevarría Echevarría,  Vicepresidente de la Tertulia.

Este es el relato, lleno de vibración humana.

José María, de la Tertulia «El Castoreño»

Ahí tenéis una historia curiosa. El toro se llamaba Cubetero porque fue criado con biberones. Mató a un hermano de camada en la ganadería, al caballo del picador; Carbonero de la cuadrilla de Chiquilín, le pegó un cornalón a Chiquilín y al voltearlo le partió el fémur. Luego, a Sanluqueño, después de coger a Chiquilín, le dió tres cornadas. Núñez que tomaba la alternativa, fue a ver a Chiquilín a la enfermería y éste le dijo: no mates a ese toro que te va a coger también, y así lo hizo. Ya en el hospital de Palma de Mallorca, Chiquilín oyó llorar en la habitación de al lado y creyó que era su familia, pero era la familia de Salvador Guardiola, que cayó del caballo y se partió el cráneo. Chiquilín era muy amigo mío en sus últimos años. Ya en sus últimos días, operado de una peritonitis. Estando con él en la habitación, me dijo: Domingo… tápame que tengo frío. A los pocos minutos murió. Era bisnieto de una hermana de Lagartijo el grande, y también llevaba sangre de Manolete. Torero por los cuatro costados.

Ahhh…, no había enfermería; adaptaron una habitación con suelo terrizo. Como no había algodones, sacaron borras de los petos de los caballos y eso usaron como algodón. testimonio del propio Chiquilín. Historias de los que empezaron con una expectación fabulosa y terminaron como Dios quiso. La otra cara del toreo.

RECORDANDO A ALFONSO GONZÁLEZ «CHIQUILIN» (3)

La personalidad de Alfonso Chiquilín era muy fuerte, con un carácter muy peculiar, que Ignacio Cruz-Conde González nos refleja en un divertido relato. Perteneciente Ignacio a la que ha sido la saga de personalidades públicas  a la que más debe la Córdoba moderna, es asimismo nieto del Califa del toreo «Machaquito» y hermano de Rafael Cruz-Conde, que alterno incontables tardes con Manuel Benítez «El Cordobés», «Palmeño»,  «Zurito», «El Puri», «El Pireo»…

Este es el relato de Ignacio Cruz-Conde.

ESTABA en casa de mis padres con Angelín – que más tarde sería figura de los banderilleros -, que entonces era, como yo, novillero sin picadores, cuando aparece por allí Alfonso «Chiquilín’ y nos dice:

 

Debut en público de Ignacio Cruz-Conde

Niños, mañana hay un tentadero en lo de Pablo romero, así que a ver si vais. Yo le pregunté: «Chiqui», pero cómo vamos, en plan de maletillas? – esperando que el nos orientaría. Se nos queda mirando a Ángel y a mí y nos dice: Pues claro, no vais a ir en plan de comprar la finca…

Nos fuimos en un tren de carbonilla, nos bajamos en un pueblo y de allí andando, a la finca, llena de arenales y chumberas. Estaba allí Gabriel de la Haba «Zurito», figura del toreo, llegado en su flamante Mercedes, y nosotros nos subimos con los demás aficionaos a la tapia.  Habíamos toreado unas becerras Angelin  y yo y todo iba normal. Entonces, «Zurito» le dice al ganadero: Don Felipe, aquí hay un nieto de «Machaco».  El ganadero, como  esperándolo, dijo:  Aaaah…! Pues que baje!

 

Alfonso «Chiquilín», Ignacio Cruz-Conde y Ángel Rodilla ‘Angelín», protagonistas de la aventura en la ganadería de Pablo romero.

Yo recorrí unos metros sobre la tapia y pase por los corrales, y vi lo que me tenían preparado. No sé de dónde había sacado ese pedazo de vaca. Parecía un toro. Pero el caso es que fue varias veces al caballo y era muy buena. Cuando cogí la muleta, Gabriel «Zurito»  me dijo en seguida: Ignacio, cítala con la izquierda!

Y la verdad es que la cosa acabó muy bien. Angelín puede decirlo. Y fue gracias a Chiquilín – que se había quedado en Córdoba – y su intención de que le viera la cara a un animal grande,  a un Pablo romero. La noche la pasamos en la finca, Angelín y yo en el Mercedes 220 de «Zurito». Menos mal que el regreso a Córdoba fue en el mismo  Mercedes. Si nos toca otra vez la carbonilla del tren, llegamos negros… Eso era entonces querer ser torero. No me libre ni yo.

Pero recuerdo con mucho cariño aquel día. Y a mi amigo Alfonso González «Chiquilín», familia de Califas del toreo.

Crónica de «El Ruedo» con todos los detalles de la corrida de Muro.

 

 

 

 

Domingo Echevarría, José María Montilla, Enrique Ponce y Alfonso Chiquilín

La personalidad de Alfonso «Chiquilin» fue muy destacada en Córdoba. Ahí aparece con un niño  y su padre. El niño es Francisco Pérez Lozano,  de la  taberna «La Sacristía», en el Barrio de Santa Marina de Córdoba, templo del vino y la Literatura, porque un día a la semana se reúne una peña cervantina para leer un fragmento del Quijote, el cual es comentado por  profesores de la materia.