En el concepto más claro entendemos como afición, el amor o pasión que se tiene y se siente por una actividad, sea cual fuese la razón social de su existencia, la cual se impulsa, se proyecta, se defiende, sin tener como fin ganar dinero por realizarla y encajonada en nuestra Fiesta Brava, en todo el sentido de la palabra, vale preguntar ¿hasta que punto hay verdaderos aficionados taurinos?.
En la pasada VI Novillada sin Picadores organizada por la Escuela Taurina «Humberto Alvarez» en la Plaza de Toros Monumental «Román Eduardo Sandia» de Mérida, Estado Mérida, en la Región Los Andes de Venezuela, fuera de temporada y dominguera, vimos una interesante respuesta de aficionados quienes juntos a sus pequeños hijos, observaban detalladamente la lidia de los novillos y acusiosos preguntaban el nombre del lance con el capote y la muleta, lo que indudablemente nos llamó la atención ya con ello fuimos testigos de como se va formando el buen aficionado taurino.
El real aficionado taurino es ese que indaga, investiga, lee cada día, sobre el mundo del toro, va a las Plazas de Toros a enterarse, conversar, intercambiar ideas, opiniones, aportar ideas para el impulso, fortalecimiento, defensa de la Fiesta Brava ya que no puede considerarse aficionado, el que se ufana de comprar la entrada por colaborar y no va al festejo, novillada, corrida de toros o que va a la Plaza para darse pinta, incitar la juerga, hacer la odiosa ola que fastidia al torero y al que va a observar el espectáculo.
Muchos se la dan de apasionados aficionados taurinos pero no aportan ni su presencia a la hora del impulso y defensa la Fiesta Brava, cuando se requiere de ellos para apoyar la organización de un espectáculo u otra actividad que tenga que ver con lo toro, huyen con la mil y una excusa como cebra perseguida en pradera africana por león hambiento.
Hoy por hoy, es necesario promover, fomentar y educar al aficionado en todo el universo taurino porque aunque no lo crean muchos, el falso aficionado taurino también hace daño a nuestra Fiesta Brava.
