Una corrida atípica, donde la lluvia condicionaría ánimos de los presentes así como la posible lidia de un encierro noblote de la divisa caroreña. *** Al final en volandas el debutante Pérez Mata tras ser orejeado en ambos astados. López Chaves cercenó una, al igual que Alexander Guillén, de distinto peso.

Informa desde Venezuela. Rubén Darío Villafraz. Periodista Taurino

No era el mejor ambiente para una corrida de toros. Desde la madrugada se había desatado una pertinaz lluvia lo que hizo la pobre entrada que se registró. Aparte de ello, durante la realización del festejo hizo un clima de perro. Frio, viento, lluvia, eran el marco a una corrida por demás se presentaba maratónica, menos mal los ocho toros lidiados fueron rápidos en su lidia.

Abrió función el veterano espada salmantino Domingo López Chaves. El toro titular se partiría la pata derecha tras rematar y resbalarse en el burladero 2. Corrió turno el espada, pasando a un noble ejemplar por ambas manos, donde le buscó las vueltas a una embestida descafeinada, sin ángel de transmitir emoción, la misma que puso el diestro en mención, en series por la diestra, llevándole a media altura, sin obligarle mucho. Lo mejor par de series por la derecha de gran mensaje. La estocada ligeramente desprendida valió para el corte de la oreja.

Su segundo de Los Ramírez, sobrero por el lesionado que abrió plaza, no fue del todo lo esperado. Tras el minúsculo castigo en varas tuvo que apañarse en sacarle partido a una embestida sin mucha transmisión, siempre a la voz y la firmeza de pies del torero, por ratos entonada, en trasteo intermitente, que con la climatología presente costaría arrancar las palmas, más pendientes de calentarlas del frio o de los paraguas. El pinchazo previo al espadazo tendido trasero y tendido permitió que saludara desde el tercio, tras encararse en gesto al palco presidencial de desaprobación por no conceder la oreja tímidamente solicitada.

El debutante espada gaditano Pérez Mota ha contado con los vuelos de un interesante ejemplar como fue el segundo. Le mimó en las verónicas de recibo para luego en la muleta por el lado derecho explayarse en series largas y templadas, a la altura y velocidad requerida por el animal. Breve fue su trasteo por el izquierdo, rematando actuación de espadazo entero, ligeramente tendido para la concesión de la oreja.

La oreja que le abrió la Puerta Grande seria de un matiz mucho menor a la faena anterior. Se sobrepuso Pérez Mota a un ejemplar de frio talante como el ambiente. Algunos muletazos por la derecha fueron de largo trazo, otros más, de irregular ejecución, pero al final y al cabo de poco importaba sí para ello había la emotividad de las ansias del triunfo. La estocada desprendida, fue suficiente para que se le premiara con la oreja, censurándosele la forma y manera en dirigirse al subalterno Eliecer Paredes, tras haber fallado en primeras instancias con la puntilla, perdiendo la compostura que nunca debe de hacerlo un matador de toros con sus compañeros en el ruedo.

La oreja de Alexander Guillén vino tras la lidia del primero de su lote, faena de intermitencias en especial por la mano diestra, y muchos espacios vacíos, pasando las descastadas y sosas embestidas del astado, que dieron pie a una labor más de intenciones y ganas de lucirse, con muletazos de gran plasticidad que no del todo fueron un conjunto completo, para de manera inesperada para todos los presentes Usía asomara el pañuelo blanco, concediéndole dicho apéndice que ni el propio diestro esperaba, tras despacharle de espadazo desprendido.

Con el séptimo, poco o nada se pudo ver, dados los descastados y abantos viajes ante la muleta del ejemplar. Se le agradeció la brevedad con la que pasaportó, de bajonazo al frente de la puerta de cuadrillas.

Momentos de gran lucimiento, en especial por la mano izquierda los que tuvo con la evidente falta de rodaje Jhonathan Guillén. El astado fue uno de los destacados del envío, en especial por el señalado pitón, donde Jhonathan disfrutaría de par de series de gran mensaje artístico, los mejores de la función sin duda alguna, y eso tiene mérito por lo poco que torea. Una pena que el pinchazo previo al medio espadazo ligeramente desprendido, le dejara en sentidas palmas tras petición, la que fue incompresiblemente desatendida por el palco presidencial. No sé con qué razón o criterio para esto.

El que cerró la larga función, de nuevo el pitón de triunfo sería el izquierdo. Consciente de ello de nuevo se le vieron varias series por naturales de largo y fino trazo, jaleados por los pocos que quedábamos en la plaza. A reconocer las ganas de estar acorde a una oportunidad de gran importancia, tan necesaria para su carrera. La posibilidad de la oreja negada en el toro anterior se esfumó tras dos viajes con el acero, para recibir las tímidas palmas de los valientes que nos atrevimos a dar carpetazo a la edición ferial de este año.

Finaliza así un capítulo más de esta gran feria. Es la única que aún a pesar de todas las vicisitudes que nos embarga como país y taurinamente hablando, y lo estrepitoso que se ha llevado en los últimos años a nivel gerencial, conserva ese halo de esperanza que todos los taurinos anhelamos que se le devuelva. Seriedad y respeto al público sería lo primordial, por lo menos este año se dio el primer paso. Queda ver que nos depare en las próximas semanas la nueva empresa que asuma la batuta de la gran cita de Carnaval en nuestras plazas venezolanas.