Fuente: Antolín Castro. Del Toro al Infinito
Tras conocerse que las figuras y allegados van a ocupar todos los carteles de las grandes ferias, y pequeñas, la pregunta es ¿qué hacemos con los demás toreros?
Está muy bien, o eso les parece a muchos, que los que más tienen quieran más -lo expresaba así la antigua canción ‘Todos queremos más’-, pero la pregunta del enunciado es urgente plantearla.
Del modo que se está programando, y que tan felices hace a tantos, no solo toreros, se van cerrando puertas a muchos toreros con méritos y suficientes condiciones para gozar de la oportunidad de auparse a los puestos de más arriba.
Cuanto más miro la clasificación del fútbol, y de otras competiciones deportivas, más envidio el sistema que las hace grandes y atractivas. En las categorías superiores se milita en número determinado, compitiendo con todos, en igualdad de partidos y, por tanto, gozando de las mismas oportunidades para sumar los puntos que les acredite seguir en la categoría o descender a otra inferior.
Cierto es que algunos, llevan manteniéndose en la cúspide año tras año, pero no es menos cierto que siempre hay relevo de unos cuantos, quienes tras pelear por ello alcanzan el ansiado ascenso o sufren el doloroso descenso. En concreto, en el fútbol solo tres han mantenido la máxima categoría desde que se inventó la liga.
El resto han ido y vuelto en una constante sucesión de esfuerzos por mantener ese lugar de privilegio, enfrentándose a todos, grandes y más pequeños, en igualdad de condiciones y con las mismas reglas, lo que les ha permitido redondear momentos exitosos a lo largo de los años. Es decir, que un club como el Extremadura, del pequeño pueblo de Almendralejo, pudo disfrutar dos temporadas en la élite codeándose con los mejores.

Homenaje a los que sí pudieron competir en la élite

Por supuesto, habrá quien diga que la igualdad es ficticia en función del poder económico de cada club, pero no es menos cierto que su presencia en la primera división se alcanzó por méritos propios en las divisiones inferiores y ello le permitió saborear lo que es jugar en los grandes estadios y junto a los más afamados equipos.
Eso en el mundo del toro no se da. Nadie tiene garantizado el subir en el escalafón por méritos y mucho menos codearse en igualdad de toro y escenario (terreno y balón) con los más encopetados del citado escalafón. Se puede llegar, sí, pero por otros caminos ajenos a los de competir en igualdad con el resto de compañeros.
Ahora, en esta fiebre que se ha declarado, muy cercana a llamarla pandemia, de figuras en todas partes y por cuadriplicado, se hace urgente que comience cuanto antes la Copa Chenel, o varias copas Chenel en todo el territorio español, única manera para que los Fernando AdriánFernando Robleño o Colombo tengan la oportunidad de torear al menos en alguna plaza.