Curro Díaz, ovación mientras se iba a la enfermería.

César Jiménez, ovación, pitos y oreja.

José Carlos Venegas, oreja y oreja.

 

Como toro de la alternativa estaba elegido Feminista, pero al segundo capotazo le dio un jamacuco y hubo que apuntillarlo en el ruedo. Cosas que pasan pero que no gustan. Por eso se corrió el turno y –Marisqueto, nº 62, negro y de 485 kilos, que debía cerrar plaza- sirvió para el intercambio de los trastos. Venegas lo saludó con dos verónicas y media. Lo brindó a sus padres y después lo toreó muy aseado por ambos pitones y pudo haber dado más de sí pues el toro tenía mucha clase. Toreando en redondo el toro lo prendió, lo volteó y el muchacho se libró de milagro. Mató con una estocada desprendida y cortó una oreja.

A su segundo lo quitó muy ceñido y emocionante por chicuelinas. Mucho mejor estuvo en este toro, más tranquilo, más torero y más valiente. Después de brindar al público se fue con Rabanito a los medios, le midió perfectamente el sitio y lo toreó a placer con la mano derecha. Con la izquierda quedó inédito y tras cerrarlo en el tercio terminó la faena a un toro que era de lío gordo. Lo mató de media tendida y un descabello. Tras escuchar un aviso cortó la oreja que le abrió la merecida puerta grande.

 

Curro Díaz abrió su frasco de perfume de percal para recibir al segundo de la tarde. Precioso su toreo a la verónica de saludo y antológico el quite por chicuelinas. Por desgracia, cuando comenzaba a hilvanar la faena y toreándolo como estaba haciendo en los medios, sufrió una horrible cogida que le costó la cornada. Aguantó el maestro en el ruedo con el propósito de matar al castaño Albarizo, pero estaba muy mermado de facultades y al entrar a matar sufrió un accidente por añadidura,  golpeándose la cara con el pomo del estoque y comenzando a sangrar abundantemente. Este grandioso torero –artista y valiente- entró en la enfermería por su pie, pero visiblemente conmocionado y echo un Ecce Homo.

Su cuadrilla salió al tercio a recibir una clamorosa ovación. Un poco antes, Montoliú tuvo que desmonterarse tras clavar un precioso par de banderillas.

 

César Jiménez se quedó como director de lidia y mató sus dos toros más el que quedaba enchiquerado para el diestro de Linares. A su primero tuvo que cuidarlo muchísimo al principio para llevarlo muy largo después, interpretando su particularísimo toreo en redondo de mano baja. Pinchazo y estocada. La petición fue mayoritaria.

De la faena a su segundo destacó el toreo natural en los medios hasta que se quedó sin toro. A partir de ahí lo intentó todo, hasta el toreo más efectista postrado de hinojos. Estuvo muy por encima del toro, pero como también estuvo fatal con la espada, recibió dos avisos del usía y pitos del respetable. El último de la corrida saltó al callejón de buenas a primeras y César Jiménez tuvo que emplearse a fondo para no irse de vacío, pero todo tuvo que hacerlo él ante la sosa embestida del peor toro del encierro. Recetó una estocada casi entera y fue premiado con una oreja.

 

Curro Díaz sufre heridas y una cornada en el muslo izquierdo con dos trayectorias, una de 11 centímetros –ascendente- y otra de 16 centímetros que afecta el bíceps y cara interna del fémur. Suma otra lesión en la cara con fractura de varios huesos. Fue ingresado en el Hospital del Perpetuo Socorro con pronóstico grave.

 

Al comienzo del festejo se dio lectura del manifiesto a favor de la libertad de ir a los toros, de la fiesta, de su historia y de su fondo cultural.