La vida tiene sus vueltas y así ha quedado escrito, con lo que le ha ocurrido al susodicho Defensor del Pueblo de Venezuela que llevó del bulto en México, cuando sintió en carne propia, lo que implica que no le dejen entrar a dicho país, por una decisión catalogada de inconsulta y que se asemeja a lo que han sentido los niños taurinos, cuando por una medida judicial, violadora de todos sus derechos, no pueden entrar a ver una corrida de toros en nuestro país.

Sí señor, el Defensor del Pueblo en Venezuela al intentar entrar a México probó de su propio caldo, supo lo que es sentir que no puede entrar, visitar, disfrutar lo que quiere, porque se lo han prohibido, tan igual a lo que los niños taurinos venezolanos sienten, cuando sus padres les dicen que no los pueden llevar a los toros porque se lo prohíben, violándoles flagrantemente, todos sus legítimos derechos.

Claro, hay dos grandes diferencias. A los niños, niñas y adolescentes menores de 18 años, les prohíben la entrada a las corridas de toros porque les ocasiona daño moral y psíquico, lo que por diagnóstico e investigación médico científica, está comprobado que no existe caso alguno al respecto y al Defensor del Pueblo le impiden la entrada a México, por estar incurso en presunta actividad ilícita y vaya alboroto armado, le violaron sus derechos y entonces, ¿los que él ha violado a nuestros niños taurinos, qué?.

Como dirían por ahí, que cosas no. Pensar que líderes revolucionarios como Ernesto Che Guevara y Hugo Rafael Chávez Frías, en vida estuvieron en corridas de toros. El extinto Chávez en tiempos de campaña electoral presidencial y siendo ya Presidente, disfrutó de ellas, además que sentenció que con las corridas de toros, los toros coleados, las riñas de gallos, no se metiera nadie, que se respetaran en toda su esencia, pero quienes dicen seguir su legado, en esto, ni pendiente, botan la bola de la intolerancia.

La vida da muchas vueltas, el destino hace de las suyas y en México, el Defensor del Pueblo de Venezuela probó de su propio caldo, chupó de su propia sangre, sintió en carne propia, lo que sienten los niños taurinos menores de 18 años, cuando sus padres y representantes, les dicen que no pueden ir a las corridas de toros porque les es prohibido, gracias a una medida judicial que fue dictada sin el derecho a la defensa, que les ha violado todos sus elementales derechos ciudadanos y pues nada, hacer como hacen no cae mal, la lucha continúa por nuestra Fiesta Brava y olé.