Decepcionante el juego de los astados corridos ayer, por parte de la joven divisa trujillana, quien literalmente se ha cargado con las ilusiones de la terna de coletas actuantes, en la que resaltó su voluntad por hacerlos lucir más de lo que en verdad se dejaron ante los engaños

Informa desde Venezuela. Rubén Darío Villafraz. Periodista Taurino

Sin duda alguna que ser ganadero de bravo es una cuestión sumamente difícil. Son muchos los que se atreven a esta aventura, muchos los desvelos y muchas las decepciones que hay que asumir con la entereza que blinda la afición y amor a un animal único en su especie. Ayer los pupilos de Don Edgar Varela literalmente se cargaron el honor dejados el año pasado en este mismo ruedo donde impactaron por su bravura, nobleza y recorrido. Una pena, que debe asumir con entereza y sapiencia, el mencionado criador, además de la humildad que siempre debe de afrontar ante los éxitos y fracasos. Ayer fue uno de ellos.

Abrió plaza el rejoneador yaracuyano Francisco Javier Rodríguez, en lidia ante un toro de Los Ramírez que le dejó estar por momentos lucido, pero no del todo lo esperado para el ya veterano jinete, quien castigaría con tres rejones, para luego en banderillas clavar a la grupa en cuatro farpas, más con voluntad que ortodoxia. El astado, por oleadas, embestía a las grupas de su bien cuidada cuadra, en una labor más de trámite que otra cosa para los espectadores que aún no habían ocupado sus localidades. Tres viajes con la hoja de peral, antes de dejar un rejón contrario y caído con profusa hematemesis, para ser silenciado.

En lidia ordinaria abrió festejo el salmantino López Chaves. Mostró intenciones con la larga cambiada cerrado en tablas, para luego lucirse en chicuelinas al paso llevando al toro al caballo, en fuerte puyazo a la brava acometida de la res. Hasta allí llegarían alegrías, pues una vez que remataria quite por tafalleras el animal se paró y empezó a buscar las tablas, en nula acometida a la tela roja, y eso que Chaves dosificó muleteó, consintiéndole embestida a media altura, por ambos pitones. Ni eso. Las manoletinas ceñidas fueron epilogo para despacharle de estocada trasera y contraria, para dar vuelta al ruedo tras petición de trofeo.

Su segundo del lote tampoco fue gran cosa. Tuvo que poner todo de su parte Domingo, nuevamente recibiéndole de capa con largas cambiadas para intentar trucar el sino de la anodida tarde de toros. Por Chicuelo nuevamente lució tras el paso con el caballo, iniciando faena muleteril por alto, aliviando las limitadas fuerzas del animal que siempre se defendía frente a la muleta, donde previamente había brindado labor al alcalde de la ciudad, Alcides Monsalve. Faena de entrega y deseos de justificarse, que remató de estocada atravesada siendo empitonado en la ingle sin consecuencias, para luego irse con rectitud en el volapié que finalmente envió a las mulillas al burel, contando con petición de trofeo que se convertiría en merecida y unánime vuelta al ruedo.

La actuación en conjunto de Daniel Luque tuvo destellos de torería y poco más. Literalmente se pasó los pitones a milímetros de los muslos con el mansurrón tercero, el cual a poco que cambiaron tercio de banderillas se empotró en tablas de sombra en signo de haberse rajado del todo a la pelea, para realizarle faena Luque en dicha jurisdicción. Meritorio esfuerzo por la diestra y zocata que necesitó de un certero descabello tras previo espadazo sin efecto.

Similar historia resultó su frio y monótono trasteo del sexto, donde así mismo el toro poco le ayudaría, tras su nula condición de embestir, faltándole la raza y casta de sus hermanos lidiados. Dos viajes con el acero, antes de un descabello, para ser silenciado.

Si de esfuerzos hablamos, Manolo Vanegas hizo todo de su parte por no salir de vacío de la plaza. A punto estuvo de lograrlo, en la lidia del jabonero que cerró plaza, jugándose el físico en el toreo de cercanías que en terrenos de toriles se propuso sacarle al marmolillo morlaco, incluso recibiendo una aparatosa voltereta sin nada que lamentar, luego de robarle par de tandas de enjundia, templadas y mandonas que dejaron exhausto al animal, en señal de una ayuna bravura que debería preocupar a su criador. El pinchazo en todo lo alto, previo al espadazo trasero fulminante sin puntilla dejo su balance en cerrada palmas, tras haber lidiado en primeras instancias ejemplar que le permitió manojo de voladas verónicas, rematadas con media de cartel. Esto y poco más lo visto ante el cuarto del festejo, pues el común denominador de los toros fue su falta de raza y fondo de bravura. En este no sería la excepción de una tarde de matices y detalles, y poco más.

FICHA DEL FESTEJO

Con poco más de un cuarto de plaza (aproximadamente 4000 personas) en tarde soleada y fresca, se han lidiado un toro para rejones de LOS RAMÍREZ (1º), con recorrido y celo a las monturas, y seis de SAN ANTONIO (Edgar Valera), bien presentados en su conjunto, con hechuras, pero de escaso recorrido en la muleta, defendiéndose y aquerenciándose en tablas.

Pesos: 430, 430, 440, 445, 446, 445, 435 kilos

 

DOMINGO LÓPEZ CHAVES

(Grosella y oro con caos blancos)

Vuelta al ruedo tras petición en ambos

DANIEL LUQUE

(Sangre de toro y oro con cabos blancos)

Silencio en ambos

MANOLO VANEGAS

(Blanco y oro con remates en negro)

Silencio y palmas.

INCIDENCIAS: En la brega destacaron Eduardo Graterol en la lidia del 4º y con los rehiletes del 7º; y en banderillas Ramón Peña ante el 2º y 5º, Gersón Guerrero y Francisco “Chico” Paredes en el 4º; del mismo modo Carlos Pizutto en los garapullos del 6º y en la vara Alfredo Guimerá la ejecutada al 4º. *** Presidió festejo Omar Eladio Quintero, estrenándose como titular en corrida.