Fuente: La Tribuna de Albacete

 

Si hay algo que conecta con los aficionados al toreo es hablar desde la más pura emoción. Por eso, Sebastián Cortés salió por la puerta grande del Teatro Circo tras el pregón que ofreció con motivo de la próxima Feria Taurina de Albacete.

«De niño, me venía todos los días a casa de mis abuelos que vivían en la calle de la Feria, esquina con Joaquín Quijada, donde estaba el Bar Limón y la Cerrajería de Esparcia, pared con pared con el maestro Pedrés con el que mi madre tenía gran amistad, pues fueron juntos al colegio y eran vecinos», recordó el torero albacetense.

«En aquellos tiempos, Albacete vivía una edad de oro en el toreo, con Montero, Pedrés y Chicuelo II. A esto hay que añadirle que también vivían por allí, Manuel Amador y Juan Correas, por lo que el ambiente taurino se podía tocar con los dedos. Esto hizo que yo también sintiera esas cosas que te dicen que quieres ser torero. Los días de corrida me iba, muy niño, a la puerta grande de la plaza a verlos salir en hombros a los toreros, intentando siempre tocar aquellos vestidos de luces, que les hacía parecer héroes», aseguró.

Sebastián Cortés recordó como «sentado en el estribo de la barrera» veía entrenar «a esos pedazos de toreros que eran Juan Montero, sin duda, el que más sabía de esto, Pepe Cabañero, Pepe Osuna, Abelardo Vergara, Emilio Redondo, Manuel Amador y más tarde a el gran Dámaso y Rojas, haciéndoles de toro junto a otros chavales de mi edad». Memorias imborrables que el maestro aún recuerda como si hubiesen sucedido ayer.

futuros talentos. «Seguro estoy, que ahora habrá niños que van a ver entrenar en la plaza o en la Fiesta del Árbol y que sueñan con el día en que ellos sepan manejar esos trastos que hacen posible crear las obras de arte que cada tarde se ven en todas las plazas del mundo. Niños que nadie conoce, que pasan desapercibidos, pero que son la tierra abonada y mullida en la que seguirán creciendo toreros, esta bendita y cuerda locura que mantiene viva una fiesta única, distinta a todas, que forma parte de nuestra forma de vida y que nada ni nadie será capaz de acabar con ella, porque esta fiesta es del pueblo y al pueblo pertenece, a nadie más, por muchos palos en las ruedas que quieran ponerle», reivindicó para enfatizar su discurso a favor de la fiesta nacional con un «es tan fuerte el arraigo que la Tauromaquia tiene en nuestra cultura, que solo terminará cuando ningún niño sueñe con ser torero. Cuando no se juegue al toro en la calle, es decir, nunca».

Sebastián Cortés apuntó también la característica por la que cree que hay tan buenos toreros albacetenses:«Una cosa es coincidente en todos los diestros de Albacete, el temple. Ese temple, que además de los toreros, imprescindible para dominar al toro y que llegue al tendido, es parte de nuestro ADN de los que hemos nacido en esta tierra, de los hombres y mujeres albacetenses que lo llevan por montera en sus vidas, esa forma de vida que nos hace a los de aquí distintos, a fin de cuentas, es el temple del acero de nuestras navajas».

Un pregón taurino que fue presentado  por Pedro Belmonte, crítico taurino y colaborador de La Tribuna de Albacete, después de que sonara el pasadoble Pan y Toros. El propio Belmonte dio paso al pregonero con una frase que resonó con fuerza en el Teatro Circo:«Sebastián Cortés es el torero con más clase que ha dado nuestra ciudad y nuestra provincia. El alcalde Manuel Serrano también le dedicó unas palabras:«He aprendido mucho de él porque me enseñó a ver al toro en el campo y en la plaza»

Jose María Fresneda Moreno

Fresneda Photograph

Fotógrafo

Taurino y Naturaleza


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