Asturiano de Mieres e hijo de mineros, conocido en todo el mundo por sus extraordinarias obras de amor a su prójimo,no ha tenido un solo momento en su vida que no haya sido para hacer el bien. Recién ordenado sacerdote en Oviedo, su preocupación comenzó por los niños y niñas sin hogar que deambulaban por la estación. Y ahí comenzó su labor en pro de ayudar a niños y mayores. Y, haciendo el bien, creó los primeros hogares de «Mensajeros de la Paz» y así, incansable en su trabajo y devoción por los más desfavorecidos, le llegó el Premio «Príncipe de Asturias de la Concordia». Pero al Padre Ángel le basta con el amor y respeto de todos aquellos que conocen sus obras.