La tercera novillada de promoción celebrada ayer en Sevilla estuvo realmente reñida.

 

Juan Sarrión, alumno de la escuela de Castellón recibió a su oponente a portagayola y fue variado en su saludo con la capa, pero fue cogido de manera espeluznante sufriendo una horrible voltereta que lo dejó inconsciente en el ruedo, de manera que no pudo continuar con la lidia. En su lugar se enfrentó a su novillo el director de lidia Pedro Luis Cabrero. Toreó al burel por ambos pitones, pero su faena fue muy intermitente, así que fue silenciado, al igual que en su primero. La verdad que me pareció que ser novillero sin caballos con 22 años no era muy normal, y con esa edad en el toro tienes que ser matador de toros o estar a punto de serlo, o tener un apellido, o un buen padrino. Y este chaval, lo que estaba era realmente verderón.

 

El colombiano Juan Duque demostró tener ganas y buenas formas, aunque me parece que el premio de la oreja quizás fuera excesivo, ya que pareció ser una oreja de poco peso. El chaval estuvo bien tanto con el capote como con la muleta, pero su animal fue un tanto desclasado y acabó muy rajadito, así que su única opción fue la de intentar ganarle la pelea. Obtuvo algunos buenos pasajes bajándole mucho la mano y llevándolo largo, hasta que cantó la gallina el novillo y bajó el nivel de la faena que había brindado al respetable. Mató de estocada y cortó una oreja.

 

Alfredo Bernabeu no tuvo material real para poder lucirse, ya que el novillo fue muy rajado en toda la faena. Pero el murciano lo intentó aunque resultó e incluso pesado.

 

El siguiente en actuar fue Felipe Chamaco, que tampoco tuvo suerte con el novillo que fue incluso más rajado que el anterior. Con el toreo de capa quiso ser variado y agradar y le propinó un quite por lopecinas muy vistoso. Puso banderillas también el portugués de la escuela de Sevilla resaltando en el segundo par, pues en el resto el novillo no le ayudó. Además tardó en matar pues tampoco le ayudó el astado y fue silenciado tras dos avisos.

 

El último en actuar fue el valenciano Juan Cervera, que tiene un estilo clásico muy poncista, quizás demasiado, aunque estuvo muy bien en su actuación. Demostró tener mucho oficio y una gran firmeza ante el descastado que hacía sexto. Bajó la mano con temple sobre todo en series al natural y demostró también poseer mucho valor. Mató de una estocada en todo lo alto y recibió una oreja de las dos que el público le pidió con fuerza y el puesto en la final.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Desde Sevilla, crónica de Conchita Rodríguez Ortiz