Aguascalientes, Ags. Hace precisamente un año, evocando a García Lorca y su Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, iniciaba la crónica diciendo: “Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un torero de la talla de José Tomás”  El graderío poblado hasta el reloj, vio aquí como un toro de verdad, “Navegante” en año cinco, astas finas, con trapío, cárdeno ojalado, listón y bien puesto, al que el maestro de Galapagar le había dado dos tandas de derechazos templados, rítmicos, a muleta casi desmayada, al cambiar de mano el engaño, por delante, ejecutando ya el pase del desdén, el toro se revolvió, buscó la pierna y a pitón contrario, atizó una brutal cornada en el triángulo de Scarpa. Todos quedamos sobrecogidos por el dolor que se hizo en la plaza, el torero tendido en la arena, con un manantial de sangre muy cerca de la raya primera de cal, mientras los de oro y de plata y amigos, sabiendo la gravedad, recogieron el cuerpo inerte, taparon la herida con paños y se encaminaron a la enfermería.  Luego, incisivos  y sin fundamento, allá, señalaron que los médicos de plaza no habían hecho lo adecuado ¡Mentira!, si no es por esa celestial intervención hoy estaríamos de pleno luto.

 

Y la plaza se cubrió de sangre,

y el dolor se extendió en las gradas

y la fiesta recobra su verdad,

cuando un asta rompe la carne.

José Tomás ¡torero herido!

el dolor se acunará en mí,

mientras no vuelvas a los ruedos.

 

Al año de la tragedia nos conjuntaron los nombres de Ortega, Perera y Macías con reses de Xajay.  Sé cómo se sentirá el escrupuloso ganadero Sordo Madaleno.  Mandó reses con buena cara que desafortunadamente no dieron el juego esperado.  Quizá el primero, “Poca Luz” cayó en malas manos, el “torero de los tres tercios” sólo entusiasmó con los palitroques, le es fácil la suerte y al rematar con uno del violín hubo aplausos.  Luego, mecánico y sin emoción, abusando del pico de la muleta, desdibujado, desangelado.  De la grada se oyó “toro” (quizá novillo) pero fue un desastre.  En el cuarto, “Bandolero” (no sé si en alusión a un gobernador del sur que anda de vacaciones con fotógrafos, guaruras y meseros al canto), lo sobresaliente fue una “hoja de parra” que portó en el frente de la taleguilla por un revolcón.  Ahora fueron pitos para la res y para el torero.

 

  Lo estelar era ver a Miguel Ángel Perera, de mucho éxito en la Plaza México con “Brujo”.  No defrauda.  Con “Pegajoso”, mostró aplomo, despacioso, embraguetado. Con la derecha, tirando del animal que se rajaba mostró insistencia y poder, muletazos que no merecía el torillo.  Se eternizó con el estoque y recibió un aviso. Saludó en el tercio.  Con el quinto, “Currito”, le dio en tablas algunos aceptables pases por alto que en él son todavía más vistosos y ligó una tanda de excelentes derechazos que hicieron por única vez que la gradería aplaudiera, pero lo res se vino abajo y alcanzó sólo para dos remates pintureros.  Los gritos al ganadero eran ya estentorios y con razón.

 

Arturo Macías era esperado con ansias y sin duda tenía voluntad.  A su primero, “Antequerano”, le dio un par de faroles de rodillas, se picó donde se pudo, en la puerta de caballos e insistente en instrumentar las faenas que sueña, citó para un péndulo en los medios que no  dio.  El toro amarrado al suelo y el Cejas insistiendo sin éxito.  Mató de delantera y los pitos se repitieron al burel y al local.  En su último, “Castañuelo”, de mejores formas, Macías encontró problemas.  Se dobló con facilidad y arte por abajo pero el toro no tenía nada, acabándolo con una estocada trasera y caída.

 

En verdad, una tarde no digna del recuerdo porque la vieja ganadería de Xajay que nos tiene acostumbrados a excelentes encierros (“Cuatro Caminos”, “Guapeton” –, dije: -el recital más hermoso de varios años,  recientemente-), esta vez envió un encierro para llorar.

 

Pero hay una buena noticia, Francia, donde la fiesta taurina llegó hace dos siglos en las regiones del sur como Aquitania, los Medios Pirineos, Languedoc –Roussillon- y la Provenza y que cuenta con festejos en 50 ciudades y pueblos, inscribió las corridas de toros en su lista de Patrimonio Cultural Inmaterial porque “constituye el reconocimiento institucional del valor de la tauromaquia”.  Se dice en el decreto que “en Francia la organización y desarrollo de la fiesta está basada en el respeto que los ganaderos, toreros y aficionados sienten por el toro durante su lidia y su cría”.  Así cae un artículo del código penal francés que castiga todo acto de crueldad contra un animal exceptuando en las corridas de toros.  Bien podríamos  tomar el ejemplo francés y presentar luego nuestra solicitud a la UNESCO que en nuestras tierras, desde la llegada de Hernán Cortés, se remontan las primeras corridas de toros y son sin duda, nuestro patrimonio.

 

Seguramente mañana el serial se vestirá de lujo  y de éxito, primero, porque repite un figurón de la tauromaquia mundial, Sebastián Castella y se presenta un joven, Juan Pablo Sánchez, quien tiene las prendas suficientes para llegar a la cima en el arte de Cúchares.  Rematado todo esto con un excelente encierro de castaños de la afamada ganadería de Mimiahuapan/Begoña en peso y trapío magníficos.