Pero hay sangre, hay muerte, ¿eso es nocivo para los niños?

“¡No! Porque la vida es una dualidad, es un reflejo de Eros y Tanatos, el ser humano es vida y muerte”.

Me dijo la socióloga y madre de familia Mary Carmen Chávez Rivadeneyra.

La entrevista se la hice durante un coloquio taurino celebrado en la ciudad de Tlaxcala.

En la ponencia de dicho coloquio, la socióloga mencionó que en el colegio donde estudiaron sus hijos la primaria, ella les ha hablado a los niños de la fiesta de los toros.

¿Cómo reaccionan los niños?, pregunté.

“Precisamente fue una iniciativa que tuve hace poco años en el colegio Madrid de la ciudad de México, porque los niños no conocen el toreo, hoy en día lo más importante es informar no deformar, lo van conociendo con esa naturalidad de la vida, van entendiendo la fiesta y el toreo. Al final de las pláticas algunos papás me han preguntado, ¿en dónde compro los boletos?, un día un niño se acercó y me dijo: maestra, usted me puede llevar el domingo a la plaza”.

La docente e investigadora continuó.

“Ese colegio tiene una apertura ideológica muy grande con mucho soporte cultural, yo hice la propuesta porque el colegio permite que cada padre, de acuerdo a su rol social y su actividad profesional, puede ir a hablar con los niños acerca de su trabajo”.

“El lenguaje es primordial en los niños aplicándolos en los terrenos de su vida diaria una vez que van a las plazas de toros. He escuchado decir: se me despitorró el lápiz. Pinché: saqué nueve en la tarea. A la hora del examen será el momento de la verdad. El profesor estaba hecho un Miura pero le di un pase por alto. La maestra tiene nombre de rejoneadora, se llama Conchita, yo le agregué: Cintrón. En el salón hay muchos villamelones. Olvidé mi libro, qué petardo. Me vacunaron pero me crecí al castigo. Esta noche la luna está astifina. Mamá, ya sé cuál es el secreto del toreo, ¿cuál?, quedarse quieto”.

Algunas madres que desconocen las bondades del toreo, quizá no permitirán a sus hijos asistir a una corrida de toros, es entendible que están tratando de protegerlos. Por el contrario, las  que saben de la fiesta, no tienen empacho en llevar a sus chavales a ver una corrida, saben que no influirá en hacer adultos violentos.

En aquel coloquio en la ciudad de Tlaxcala, El escritor Leonardo Páez, mencionó en su ponencia.

“Llegó una carta anti taurina el pasado diciembre a la asamblea legislativa de la ciudad de México firmada por 273 científicos extranjeros. En ella que afirman, sin bases pero con cinismo, que existe una relación entre la violencia hacia los animales -en especial en las corridas de toros- y la violencia social. Según esta lógica, un elevado número de policías y soldados gringos asisten a las corridas de toros, dado el notable índice de violencia social en su propio país”.

Remató el maestro Páez. “Desde luego las toneladas de basura por televisión y cine con que Estados Unidos inunda a diario el planeta, no las consideran otra forma de violencia ni los políticos, ni anti taurinos, ni animalistas”.

Confieso que mis hijos -adultos- y mi nieta -niña-, toda su vida han asistido a corridas de toros. Estoy seguro que son gente de bien.

Cuando un niño ve a un torero que fue herido en el ruedo y que se levanta a seguir toreando, no sólo está aprendiendo una lección de valor, igualmente asimila que en la vida hay que levantarse y seguir luchando.

La fiesta de los toros forma, no deforma. No causa daño a los chavales asistir a las corridas.