Ibermúsica lo presenta el 9 de noviembre con la Orchestra Sinfonica di Milano

 

Aunque lo más conocido de Giuseppe Verdi son sus óperas, su Misa de Réquiem es una de las obras del repertorio coral interpretadas con mayor frecuencia y una de las obras no operísticas más importantes del autor. Una magnífica versión de esta pieza podrá disfrutarse en el Auditorio Nacional de Música de Madrid, de la mano de Ibermúsica el 9 de noviembre (fiesta de la Almudena en Madrid) a las 19:30 con la Orchestra Sinfonica di Milano bajo la dirección de Claus Peter Flory con Massimo Fiocchi Malaspina dirigiendo el coro, la soprano Carmela Remigio, la mezzo soprano Anna Bonitatibus, el tenor Valentino Buzza y el bajo Fabrizio Beggi.

 Cuando Verdi se enteró de la muerte de Rossini en noviembre de 1868, escribió a su editor Giulio Ricordi proponiéndole una Misa de Réquiem en memoria de Rossini que sería escrita en colaboración por “los más distinguidos compositores italianos”. Trece de ellos aceptaron participar. La sección final de la misa de Réquiem, ‘Liberáme’, fue asignada a Verdi. Pero por distintas razones la ambiciosa propuesta quedó en nada.

 Menos de cinco años después, Alessandro Manzoni, buen amigo de Verdi, murió a la edad de 88 años. Para la recién unificada Italia y su pueblo, el fallecimiento de su gran poeta, novelista, humanista y partidario de la reunificación fue motivo de duelo nacional. Su muerte afectó profundamente a Verdi. Después de su primer encuentro con el escritor y estadista allá por julio de 1868, había escrito: “Me habría arrodillado ante él si fuera posible adorar a los hombres”.

 Poco tiempo después, Verdi vuelve a escribir: “Quisiera componer una Misa de Difuntos, para realizarla el próximo año en el aniversario de su muerte. La Misa tendría dimensiones bastante grandes, y además de una gran orquesta y un gran coro también requeriría cuatro o cinco cantantes principales”.

 El 22 de mayo de 1874, se celebró la primera representación del Réquiem en la Iglesia de San Marco de Milán, con más de 200 cantantes e instrumentistas, seguida casi de inmediato por una segunda representación en el Teatro La Scala en la misma ciudad. Verdi lo dirigió y los solistas eran todos cantantes que habían cantado en el primer estreno europeo de ‘Aida’ dos años antes. Fue un éxito inmediato, pero también fue criticado por ser demasiado operístico y no apropiado para una pieza religiosa. Verdi lo llevó a París, Londres y Viena, donde recibió la misma aclamación. Extrañamente, se salió del repertorio estándar de conciertos, y no fue hasta la década de 1930 que llegó a ser reconocida como la obra maestra que realmente es.

Obra de un agnóstico

 La profunda admiración que Verdi tenía por Manzoni puede juzgarse por el hecho de que, si bien Manzoni era un católico devoto, Verdi era un enemigo implacable de la religión organizada y, si no un ateo intransigente, ciertamente un firme agnóstico. A este nivel, la composición del Réquiem puede verse como el gesto generoso de un amigo. Ssin embargo, los problemas para un agnóstico de ambientar el texto latino altamente emotivo de la Misa de difuntos eran, para Verdi no muy lejanos de los problemas de escribir música para ser cantada por los judíos del Antiguo Testamento en Nabucco o los adoradores egipcios del dios Sol en Aida.

 El segundo movimiento, “Dies Irae”, es el más conocido. La percusión violenta y las voces dramáticas en la introducción explosiva son una de las frases más reconocibles de la música clásica. Verdi fue un pionero en aportar su estilo operístico y aventurero a su música y romper los límites musicales durante la era romántica: emociones apasionadas que se encuentran con el drama de la vida y la muerte. El movimiento final, «Libera Me», el legado del Réquiem de Rossini, llega con una súplica de salvación y ecos del coro, el sigue la repetición de «Dies Irae» y «Requiem Aeternam», con capas corales en una fuga pacífica.

Abonos flexibles y descuentos

Los conciertos ofrecidos por Ibermúsica durante la próxima temporada tendrán lugar en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música de Madrid y comenzarán a las 19:30h. Con el objetivo de llevar la música a todos los públicos, la entidad ofrecerá abonos de 4, 7 u 11 conciertos desde 145€, con un amplio abanico de precios y opciones de pago. También se podrán adquirir entradas sueltas con reducciones exclusivas para abonados, que podrán beneficiarse, además, de un 30% de rebaja en el importe de su abono si invitan a un nuevo abonado con la promoción “Quien tiene un amigo, tiene un tesoro”.

Sobre Ibermúsica

Ibermúsica fue fundada por Alfonso Aijón en 1970, quien se propuso traer a España las mejores agrupaciones sinfónicas del mundo. Desde entonces Ibermúsica, ha evolucionado en concordancia con los tiempos conservando la calidad artística, el rigor y la pasión por el arte y la música. De la mano de Llorenç Caballero, actual Director General de la compañía, Ibermúsica sigue apostando por traer a nuestro país la mejor música con los mejores directores, solistas y orquestas del mundo en Madrid.

 La Fundación Ibermúsica es una institución cultural privada cuya finalidad es apoyar, fomentar, desarrollar y difundir la música clásica, impulsando la continuidad de los ciclos de conciertos de Madrid. Sus valores fundamentales son la excelencia musical y la difusión cultural de primer nivel en nuestro país, con el objetivo de apoyar a los jóvenes para la ampliación de sus estudios musicales y dar acceso a los jóvenes músicos al disfrute de la música clásica con el programa 20×20, a través del cual los estudiantes de escuelas y conservatorios acceden a los conciertos con descuentos de hasta el 90%. Además, la Fundación Ibermúsica pone la cultura al alcance de todos con su programa AMIGOS, que cuenta con 5.670 melómanos que reciben información detallada sobre sus conciertos y acceden a sorteos exclusivos de forma totalmente gratuita.

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