En la temporada 1.967-1.968 me hice empresario de las siguientes plazas de toros mejicanas:

1.- Autlán – Jalisco: En la que organicé una gran feria con cinco festejos. 2.-San Luis del Río Colorado: Donde programé solamente la feria con tres corridas de toros.

3.- Mazatlán: Plaza paradisíaca, con 12 corridas domingueras, en las que el turismo era la principal clientela.

4.- y Nogales: Ciudad fronteriza con Arizona (EEUU) que estaba en el Estado de Sonora, y cuyo Gobernador colaboró con amplias subvenciones para las catorce corridas que dimos con llenos a rebosar, siempre en Domingo. Ciudad pintoresca a 3.350 kilómetros de México D. F. y a la que las cuadrillas llegaban encorvadas, después de dos días de automóvil, menos mal que le aliviaba su cansancio pagándoles sueldos dobles. 

Tenía un hotel precioso: el Fray Marcos de Niza, al que los fines de semana iban famosas atracciones de la capital, pues realmente vivía de los Americanos que llegaban los fines de semana a beber sin tasa, bailar y a los toros.

Los “gringos” arribaban los viernes y ese día y  el sábado se ponían de “morado y oro” y el domingo después de la corrida se iban “mansos” a su tierra de origen.

Lo curioso es que esta ciudad vivía única y exclusivamente de los americanos que se dejaban los fines de semana un “porrón” de dólares.

Y como dichos clientes llegaban a la plaza muy quemados de sus correrías nocturnas y no exigían nada yo compraba siempre toros defectuosos cuyo costo era muy bajo, y además le hacía un gran favor a los ganaderos, porque de no ser así no los podían lidiar, y en vacadas de gran producción como las de mis amigos de PIEDRAS NEGRAS, LA PUNTA, REYES HUERTA y ESPERANZA DE LA TORRE, les evitaba tener que llevarlos al matadero y suponía un beneficio para ambas partes. Actuaron principalmente los matadores de toros: Alfredo Leal, Joselito Huerta y Adolfo Rojas, Eloy Cavazos, El Queretano, Manuel Benitez “El Cordobés”, Amado Ordóñez, Carmelo Torres, Cesar Faraco y los rejoneadores Gastón Santos  (mejicano) y Edith Evans (californiana).

En México D. F. mi gran amigo el cantante Pedro Vargas me presentó al dueño de la plaza de toros La Macarena de Panamá DF Jose Gascón, un emigrante jienense floreciente industrial de la construcción, y que había construido esa bonita plaza que utilizaba solamente para veladas de boxeo y actuaciones musicales, y llegamos a un acuerdo para que le organizara 5 corridas de toros, en las que con toros mejicanos actuaron los matadores y rejoneadores citados anteriormente.

El día de la última corrida, cuando a hora temprana me levanto y bajo a desayunar, el conserje del hotel Intercontinental (lugar de ensueño con orquesta de mujeres argentinas para amenizar las noches), me dice que se no se me ocurra salir a la calle porque ha habido un golpe de estado proclamándose presidente Arnulfo Arias… Realmente el golpe fue también para nosotros, pues tuvimos que aplazar la corrida con el papel vendido y menos mal que al siguiente día estaba todo normalizado y se celebró el festejo.

Una noche en el Hotel, conocí a un multimillonario hondureño, con aspecto gansteriano, simpatiquísimo y espléndido, y congeniamos de tal forma que entre copa y copa y la música porteña, nos contamos un poco de nuestras vidas y proyectos, a pesar de no poder hablar demasiado por la grata compañía que teníamos y ante el cúmulo de atenciones del nuevo amigo, lo invité a la corrida del día después, acompañándome al burladero de la empresa y brindándole un toro mi compadre Joselito Huerta. Ya no perdimos el contacto y organicé en su honor un tentadero en la finca de Esperanza de la Torre en Aguascalientes, y desde entonces fue un adicto a la fiesta taurina, hasta el extremo de que me propuso la organización bajo su patrocinio de la feria de su ciudad natal: San Pedro de Sula (Honduras) y la preparé contrarreloj con seis corridas de toros con mis diestros y rejoneadores habituales. Montó para el evento una plaza portátil monumental con cabida para diez mil personas, con todo lujo y detalles, como jamás he conocido algo igual, y me entregó una cantidad muy importante para pagar a ganaderos, toreros y por mi gestión. Con un despliegue publicitario por todo Centroamérica que dio lugar a llenarse cada tarde la plaza. Además de los honorarios estipulados hizo un regalo a cada actuante por importe de 5000 dólares.

Os diré que el principal negocio del capitalista hondureño consistía en un hotel de lujo de 16 plantas con tres salas de fiestas y tres restaurantes, y lleno de “muchachas jovencitas” que tenía allí instaladas y de las que era “dueño y señor” y lógicamente aquello era una máquina de hacer dinero. Nunca, hasta ese momento, pensé que pudiera existir la “trata de blancas” con el beneplácito de las autoridades, que hacían la “vista gorda” por los múltiples beneficios que generaba a la ciudad.