“Mi General, va por usted y por la mujer que lo acompaña, que antes de ser suya, fue primeramente mía. Que los 10,000 pesos que injustamente me impuso de multa, le sirva para comprarle un regalo a ella, porque el mío es un dinero honrado, ganado con los sustos y la sangre de mi profesión. Usted jamás ha sabido ganarse un centavo honestamente como yo me lo gano exponiendo la vida”.
Fuente: Julio Téllez/Toros en el Mundo 
¡Por Dios! Cuánta flojera nos da estar encarcelados en nuestra casa por culpa del famoso coronavirus, sin ganas de hacer cualquier cosa; víctimas de una flojera total o mortal y siempre pensando y pensando y descansando de tanto pensar.
¿Pensar en qué?
En todo y en nada.
De pronto y sin sentirlo, aparece como un rayo la bella Angie y con índice de fuego nos ordena: ¡A escribir!, yo le replicó con unos versos de Quevedo:
“Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto;
soy un fue, y un será y un es cansado”.
Pues con todo tu cansancio ancestral…
… ¡a escribir!
Yo obedezco, sacudo la modorra y empiezo a escribir.
La fiesta de los toros es muy rica en cuentos y narraciones fantasiosas. Una nos la cuenta Esteban Aguilar Trejo en el Facebook del 24 de noviembre del 19, donde se pregunta: “¿Lorenzo Garza era valiente?”.
Sucede que Maximino Avila Camacho, sentado en su barrera de primera fila de sombra, acompañado de una atractiva mujer, vio llegar, tablas de por medio, a Lorenzo Garza quien le brindó la faena de uno de sus toros, en los términos siguientes:
“Mi General, va por usted y por la mujer que lo acompaña, que antes de ser suya, fue primeramente mía. Que los 10,000 pesos que injustamente me impuso de multa, le sirva para comprarle un regalo a ella, porque el mío es un dinero honrado, ganado con los sustos y la sangre de mi profesión. Usted jamás ha sabido ganarse un centavo honestamente como yo me lo gano exponiendo la vida”.
¿Cómo y cuándo sucedió lo anterior?
¿Fue invento de algún periodista?
Y si Maximino era un hombre violento, ¿Por qué le perdonó la vida a Lorenzo después de tamaña y publica insolencia?
Tengo varias versiones de este chisme histórico taurino.
Efectivamente la dama que acompañaba a Maximino era la bailaora de flamenco Conchita Martínez, en un tiempo amante de Lorenzo y a quien acompañaba en todas sus actuaciones.
Nos cuenta Enrique Serna en su libro El Vendedor de silencio que: Maximino trinaba de rabia porque detestaba a Garza.
«Era el figurón del toreo que le hubiera gustado ser y criticaba con severidad todas sus faenas, acusándolo de ser ‘… el favorito de los villamelones…’.
Lorenzo Garza
«Cuando Garza andaba de gira por el sur del país, el general mandó al Chorreado a raptar a Conchita. La sacaron a punta de pistola de un salón de belleza y se la llevaron a la fuerza a una residencia en Las Lomas, que el general ya tenía escriturada a su nombre para compensarla, ‘… por la rudeza de mis muchachos‘».
Pero Enrique Serna no menciona el famoso brindis de Lorenzo , ardido, porque efectivamente había perdido a Conchita Martínez y no podía denunciar el secuestro a la policía, porque estaba al servicio de Maximino.
Otro relato del aficionado Gabriel Abaroa Martínez, nos cuenta que, “… dado el carácter irascible de Lorenzo y afectado por los celos y sin tomar en cuenta la peligrosidad que significaba retar a semejante espécimen… con el estoque en la mano le brindó la muerte de su toro diciéndole:
 Va por usted gran hijo de su @#&%!+ que es el asesino más repugnante y más cobarde del mundo… Maximino, sintiendo que sólo la gente cercana se había percatado de las referidas palabrejas, agradeció el brindis y se volvió a sentar«.
Nos sigue contando Gabriel Abaroa que, “… al día siguiente se presentó Garza en la oficina donde despachaba Maximino, franqueando las barreras de seguridad hasta llegar al despacho privado, abrió la puerta y con paso firme se enfrentó a Maximino que estaba en su escritorio y simplemente le volvió a mentar la madre, dio media vuelta y tranquilamente salió por donde entró.
Maximino pasmado por lo que nunca se imaginó que pudiera sucederle, no ordenó que detuvieran a Lorenzo, ni trató de vengarse después de lo ocurrido, simplemente lo aceptó y probablemente olvidó el enojoso asunto”.
Maximino Ávila Camacho
Enojoso asunto que varios periodistas y algún director de cine le atribuyen este locuaz enfrentamiento a Juan Orol, quien por las mismas ofensas provocadas por el general pretendiendo a una de sus atractivas rumberas, dicen que Juan Orol, empistolado y armado de valor, se enfrentó al general en su propio despacho, y… no pasó nada, igual que Lorenzo, salió tan tranquilo por donde entró y salió.
Yo creo que todas estas historias son puro cuento; lo único cierto es que el general se quedó con uno de sus grandes amores, Conchita Martínez, la historia con mayor veracidad nos la cuenta Rodrigo Fernández Chedraui en su voluminoso y bien documentado libro biográfico sobre la vida de el general: Vivir de Pie, El Tiempo de Don Maximino.
Comienza su narración comentando la amistad que había entre ambos personajes, prueba de ello fue el toro que regaló el general a Lorenzo, en una tarde infausta para el matador en un mano a mano con Luis Castro El Soldado, el toro se llamó
Churrito, Lorenzo le cortó una oreja, lo toreo estupendamente con capote y muleta y recuperó “… un sitio que se estaba yendo, o más bien dicho, que se había ido«, al decir de el cronista Don Verdades, corrida celebrada en diciembre de 41.
Y continúa el libro biográfico escribiendo :
 
“… no obstante, un desencuentro se produciría entre Maximino y el matador, que le costaría al segundo quedarse fuera de los carteles de El Toreo; la razón: la bailarina de flamenco Conchita Martínez, quien había sido novia del Ave de las tempestades, pues durante una corrida, poco después de que el diestro y la bailaora, rompieran su relación sentimental, ella estaba sentada junto al general Ávila Camacho siendo evidente que éste la había seducido; de manera que en un momento de la faena, estando cerca de tablas, el torero escuchó una burla proveniente de alguien ubicado cerca de Maximino, respecto de que le habían ‘bajando’ a la novia, lo cual hizo que el regiomontano se encendiera y que subiera al tendido, amenazando con el estoque de muerte a la bailarina y al general; acto seguido, este sacó la pistola y al matador se le quitaron las ansias de matar. Tiempo después, Maximino y Conchita tendrían una hija, quien llevaría el nombre de Pastora Ávila Martínez«.
La vida de los dos personajes siguió su marcha, alimentando la imaginación popular, convirtiéndose en verdaderas leyendas urbanas. Lorenzo en el zenit de su torerísimo desempeñó, toreando nueve corridas en la temporada 1946-1947, cortando cuatro orejas y dos rabos a Amapolo y Buen Mozo, toros de Pastejé, alternando con Manolete que cortó una oreja de Murciano y las orejas y el rabo de Manzanita de la misma ganadería. Corrida celebrada el 11 de diciembre de 1946.
 Lorenzo Garza toreando a Amapolo
No podían faltar los grandes escándalos de Garza; el 5 de enero de 1947 por una desastrosa actuación, indignados muchos espectadores querían bajarse al ruedo para golpear al cínico torero.
El 19 de enero fue tal el escándalo armado por Garza que fue multado y al final de la corrida encarcelado; Manolete que alternaba con Garza, materialmente expuso su vida para calmar al público enardecido, cortó las orejas y el rabo a
Boticario de San Mateo, un peligroso animal que movía la cabeza como devanadera y que lo cogió peligrosamente, salvándose de una grave cogida.
Maximino se convirtió en empresario de El Toreo en la temporada 41-42 hasta la fecha de su muerte el 7 de febrero de 1945, auxiliado siempre como subgerente por Antonio Algara, hombre de gran afición que toreó muchos festivales benéficos y alternaba con las figuras de México cada año en el festejo organizado por su cumpleaños en Teziutlán.
Maximino fue un impulsor del rejoneo en México
Como empresario apoyó a muchos novilleros que con el tiempo, algunos llegaron a figuras del toreo, también como empresario le pidió a don Antonio Algara que hiciera las gestiones necesarias para que los toreros españoles regresaran a México, acto que culminó con la firma del Convenio Taurino Hispano-Mexicano de 1944, con el que finalizó el distanciamiento que por casi 10 años había prevalecido entre la torería de ambos países.
Maximino fue un gran impulsor del rejoneo en México y siempre comentaba con los amigos y los medios que «… modestia aparte, creo que de haber tenido una buena oportunidad, a estas alturas sería un matador famoso«.