Abrió el festejo el rejoneador Joao Moura hijo frente a un toro de la divisa de Luis Terrón que acudió pronto al caballo. Acertó a encelarlo y templarlo en la embestida. Clavó rejones y banderillas al estribo, como debe ser, y gustó su actuación que lamentablemente, empaño con el fallo con el rejón de muerte.

 

En lidia ordinaria con toros de Núñez del Cuvillo, desiguales de presentación y casta, cumplieron en varias y dieron juego vario ante la muleta.

 

A Curro Díaz se le vio como ausente, no fue el torero de otras tardes, sólo dejó ver detalles de su calidad torera. El cuarto, le lesionó en la mano izquierda al propinarle un derrote al entrar a matar.

 

Miguel Ángel Perera alcanzó la concesión de una oreja del segundo toro. La faena la compuso con repetidos muletazos mal colocado y sufriendo enganchones. En un momento el toro le prendió, y aunque la cogida fue aparatosa, por suerte no hubo nada grave que lamentar. Mató al agresor de una estocada entrando con el brazo suelto. Ante el quinto, que flojeo de remos, ejecutó una faena con demasiados que no procedían y lo rubricó de estocada atacando con el brazo suelto.

 

Alejandro Talavante, se empeñó en torear al tercero la izquierda, ayudándose con el estoque por lo que los muletazos no fueron pases naturales, sino ayudados, a los que también agregó trincherazos. A la hora de matar atacó con el brazo suelto, terminando pronto. Con el sexto, bajo de casta, abusó de los pases de adornos y florilegio hasta que mandó al astado al desolladero.

 

Así, a la salida, el público y los sufridos aficionados podían decir, referentes al festejo: “más de lo mismo”.