La excesiva y mediocre Feria Taurina de San Isidro empezó el 8 de mayo, en cuyo santoral aparece: Nuestra Señora de los Desamparados. Y terminó el 7 de junio, en cuyo santoral aparece: San Pedro Mártir.

EXCESIVA… porque el exceso en el ruedo del más de lo mismo o peor la hace cansina y anodina. Repertorios y recursos cortos; lidias equivocadas, incompletas o desunidas; demasiados toros blandos, desbravados, “guisandos” o desiguales… porque en San Isidro 2015 han salido toros de entre 475 y 687 kilos con caras “amables” y normales pero también terroríficas. Toros anovillados para toreros consagrados y novillos atorados para los que empiezan. Y esos toros con veinte muletazos de fondo… y esos toreros que ese echan la muleta a la izquierda cuando van por el “derechazo-trapazo” número treinta y tantos. Y esa casi uniformidad en el planteamiento, desarrollo y desenlace de casi todas las faenas. Esos toreos de capote rutinarios o casi inexistentes…y esas suertes de varas tan desgraciadas. Solo hay que repasar el balance final de casi todos los “trasteos”: algunos silencios de respeto o al beneficio de la duda… y abundantes silencios indiferentes. No, no son suficientes esos muestrarios y resultados para el mantenimiento, proyección y aceptación sin fisuras de la auténtica Tauromaquia.

MEDIOCRE…porque en mayo no hay toros, toreros y toreos con el suficiente rodaje, templanza y atractivo como para mantener el interés y el acierto en 31 festejos seguidos: 24 corridas de toros, 3 de novillos y 4 para rejones…y porque son muchos los lidiadores que llegan a la feria más exigente del mundo habiendo toreado poquísimo o nada en lo que va de temporada. Es decir, hay protagonistas que no se han vestido solemnemente de luces en seis o siete meses. Por muchas razones, y por evitar malos presagios santorales: hay que acortar la feria de “primavera” y alargar la feria de “otoño”. Al menos la puesta en escena y el pulso a la torería tendrían más lógica, garantía y equidad. Aprovecho este apartado para descalificar la imitación, interpretación o creatividad de casi todo el toreo actual… cuando hay “figuras” más o menos reconocidas que se permiten el “lujo” de torear una “corrida excepcional” donde sea y con quien sea llevando lustros o décadas sin hacerlo, y… además están en la edad de ser abuelos o casi. Hay excepciones edificantes y hay excepciones decepcionantes. ¿Qué clase de toros salen por los toriles? ¡Más seriedad y respeto hacia el único arte vivo que existe! Se trata de señalar dichos “lujos” para que los jóvenes o veteranos que se dicen toreros tengan sentido del mérito, misterio, ética, compromiso… o ridículo, que cierra y encierra el arte de torear. El aquí todo vale que ofrece la falsa libertad… más pronto que tarde, produce el efecto y defecto bumerán. Y para que toreros retirados y capaces den lecciones magistrales…están las escuelas taurinas, los tentaderos, los festivales. Varias orejas merecidas… otras no tanto, y un triunfo incontestable, es insuficiente para superar y justificar la excesiva y mediocre feria de San Isidro.

Tres observaciones eternas sobre el arte de torear:

1ª) El toreo imperecedero y esencial está basado en la naturalidad…y esos reforzamientos de gimnasio o retorcimientos mecánicos, antiestéticos y a distancia casi generalizados están fuera de tiempo, gusto y lugar. Te pones mentalmente en el cuerpo de bastantes toreros cuando “pegan pases”… y parece que se resquebraja el esqueleto.

2ª) Los toreros y los toreos son derivados de los toros. Es urgente recuperar y refrescar la identidad y el carácter de los distintos y distantes encastes…sin caer en la homogeneidad de los últimos tiempos… en todas o casi todas las camadas bravas. La variedad es recomendable e imprescindible

3ª) El arte de torear se argumenta y defiende por la maestría, la épica o el don que los toreros ponen y exponen ante la cara y bravura de los toros verdaderos: ni malignos imposibles, ni casi domesticados…dando el pecho en la distancia y colocación apropiadas… además de cargar la suerte en todas o casi todas las intervenciones. Y ha de haber un mínimo de equilibrio y armonía en el pulso… entre la inteligencia del torero y la brutalidad del toro. Poco o nada que ver con la picardía, el arrebato fugaz o la cosmética del toreo consumista y moderno: mala, peor o ventajista colocación; trazo casi sistemático de lances lineales o hacia las afueras; pierna contraria espatarrada y atrasada; intento baldío del toreo “bonito” en vez del necesario o eficaz en función de las condiciones del toro; ofrecer la muleta a los toros sin sobarlos o recomponerlos; inhibición de los toreros de plata…por órdenes o desórdenes de sus “maestros” cuando los toros salen al ruedo; arrimones, encimismo o unipases sin que los aficionados lo entiendan y aplaudan; pases de rodillas o aéreos  hasta el rechazo…sin haber dibujado una verónica o un natural para el recuerdo…

Si a la crisis de crisis calculadas que sufrimos, le añadimos los vicios de la observación 3, no es de extrañar que los llenos en las plazas sean excepcionales…que suenen palmas o palmitas de tango y no sé si de tongo… en faenas de largometraje tan repetitivas como vulgares. A partir del máximo respeto a los que se juegan la vida: ¿dónde están el conocimiento de la lidia, el toque de distinción y la personalidad de todos y cada uno de los toreros? Solo hay una tauromaquia pura y verdadera…aunque se pueda y se deba interpretar en diferentes estilos o se pueda llegar a la cumbre por diferentes caminos…siempre sin tergiversar ni denigrar los cánones de ayer, hoy y mañana: fijar, parar, templar, mandar y enlazar o finalizar las embestidas de los toros…repito, cargando la suerte… con dominio y torería. Excepciones…las justas. Lo demás es Taurolandia. Lo demás es espejismo, oportunismo, tremendismo o esnobismo -¿de moda?- para horteras, ñoños, veletas o modorros…sin criterio ni continuidad para el mantenimiento de las verdades y presupuestos que requiere el glorioso arte de torear. Pretender instalar esos “conceptos” de Taurolandia como Tauromaquia es una estafa y una traición al historial torista, torerista y toreista que han cantado y contado múltiples y prestigiosos artistas y creadores de otras facetas dentro y fuera de nuestras fronteras.

Estamos en la era de la cantidad con escasa o nula calidad. Estamos en la era donde se confunden propaganda y realidad. Estamos en la era de saturación de artificios que nos hacen más falaces que felices. Estamos en la era de la corrupción material y mental. Estamos en la era de contados laberintos privilegiados e infinidad de laberintos malévolos o letales. Estamos en la era de hipocresías impresentables o banales. Estamos en la era donde hay más dirigentes déspotas o incompetentes que humanos y sensatos. Estamos en la era donde hay más ejecutivos y ejecutores con más  sentido propio y privado que sentido común y público. Estamos en la era donde no se condena a los drogadictos del poder o del dinero.  Estamos en la era donde demasiados “ídolos o líderes” hacen bien lo que está mal…no confundir con hacer bueno lo malo…esa labor debía ser cosa de Dios o los dioses y hace milenios que no aparecen o reaparecen en ninguna plaza, templo, calle o campo para poner algo de orden y concierto en el mundo mundial. Estamos en la era de tragedias evitables… y de mártires tan inocentes como desconsolados o desamparados.

Sí, hay que modificar o transformar la excesiva y mediocre Feria de San isidro…espejo y reflejo de la modificación o transformación que demandan casi todos los públicos de todos los pueblos de la Tierra para poder creer, crear y compartir la “Santa Política” o a la “Santa Economía” establecidas…tan decadentes e injustas como prepotentes y globalizadas.

Para terminar esta crónica –ni mejor ni peor que otras- me tomo la licencia, en telegrama, de resumir lo que más me ha llamado la atención en la 24 corridas que  he presenciado casi seguidas en Las Ventas.

Todos sabemos o deberíamos saber que una buena o mala tarde la tiene cualquiera…pero, la evolución de los jóvenes, Morenito de Aranda, Adame, Del Alamo o López Simón merecen más oportunidades y cotización. Y otros jóvenes también.

Los veteranos Eugenio de Mora, Urdiales o Robleño y alguno más, pueden lucir cualquier ganadería en todas las plazas. Entre los tres torearon la temporada pasada la mitad que El Fandi…por poner un ejemplo. Y hay que contar con la entrega de Escribano y Fortes. Mala suerte –viento, toros, accidentes, etc.- de algunos toreros… y de algunos toros también. Deseo la mejor y más rápida recuperación a los lidiadores heridos física y anímicamente.

Parece ser que a figuras como Morante y Manzanares les ha quedado más dinero limpio en su única y pobre actuación de los que les va a quedar a final de temporada a la mayoría de sus compañeros. El Juli y Perera ídem de lo anterior…multiplicado por dos o tres.

De las llamadas figuras en las últimas temporadas solo Castella y Talavante han pasado la feria con nota y han justificado su categoría en el ruedo. El Cid, no merecía la lluvia de almohadillas que un sector minoritario del público le lanzó cuando abandonaba la plaza después de su encerrona con la peor corrida de toros del buen ganadero Victorino Martín…aquellas faenas de El Cid basadas en el toreo al natural a aquellos torazos que solo la tizona le quitaron de salir hasta 8 o 10 veces por La Puerta Grande.

Hemos echado en falta la épica perfeccionista y experimental de Tomás; la maestría de Ponce con los toros que hacen pensar… o la torería excelsa y genuina de Juán Mora y Curro Díaz.

En los toreros de plata los ha habido de 10 en brega y banderillas…y de capea más de una tarde. Peor en la suerte de varas. Parte del público y presidentes más  variopintos y pintorescos que cabales. Pocas corridas de premio, la más favorable para los toreros la de Juán Pedro Domecq…pero me quedo con el toro Agitador de Fuente Ymbro.

De todo lo visto y analizado quiero destacar dos lecciones de Castella y Talavante para el resto de figuras, para los que aspiran a serlo y para motivar a todos los que se visten de luces.

Una) Castella ha merecido ser el triunfador de la feria sin recurrir a su valentísimo arrimón en las segundas partes de sus faenas de muleta. En efecto, su toreo estándar en las medias y largas distancias lo ha refinado, lo ha enriquecido, lo ha engrandecido, lo ha estructurado y lo ha unido con una limpieza, claridad, superación y elegancia ejemplares.

Dos) Talavante ha confirmado que el toreo va más allá de la faena previsible o preconcebida; va más allá del insistente, desigual y aburrido toreo bipartidista a base de muchos derechazos y pocos naturales…amontonados o del montón. Sí, en el arte de torear hay sitio para la inventiva o la improvisación. De vez en cuando sus benditas y bienvenidas “locuras” nos obsequian con la emoción y la capacidad de sorpresa.

Castella y Talavante han descubierto que se puede llegar al Olimpo por diversos recorridos y conceptos en el arte de torear siempre… siendo fieles a los cánones y a sí mismos.

La imagen personalizada de los mártires desamparados la protagonizó ese pequeño gigante vestido de luces llamado Rafaelillo ante un morlaco respondón de Miura llamado Injurioso. Tenía una o dos orejas en la mano por su brega-pelea, por su lidia-dominio, por pasajes de toreo elevado cuando tomó el estoque. ¡Maldita sea!…los pinchazos le privaron de varias corridas con ingresos suficientes para seguir y conseguir logros y sueños. La vuelta al ruedo fue apoteósica y todo el público, todo, esta vez sí, le homenajeó con ovaciones unánimes. De sus principales órganos y a través de los ojos brotaron lluvias de lágrimas desconsoladas. Hay que tirar hacia adelante…porque la conciencia está dispuesta y tranquila. ¡Otra lección!

¿Hasta cuándo los déspotas o incompetentes seguirán en sus trece, haciendo lo que les da la gana… o mirando hacia otros lados?

Hay que insistir en botarles  en vez de votarles…a los que hacen bien lo que está mal… a los que han manejado y pretenden seguir manejando los despropósitos en que estamos inmersos. Y cuanto antes mejor.