Es bien sabido que además del arte cinematográfico Mario Moreno Cantinflas dominó también el de la tauromaquia, pero con un estilo bufo sobre el ruedo.

El actor fue torero de grandes pases, de grandes faenas, pero a su estilo, uno que creó y forjó, y que luego trataron de imitarle otras reconocidas figuras del espectáculo. Él fue único e inmortal como torero bufo.

Mario llenó plazas y carteles, se codeó con las grandes figuras del toreo y compartió créditos en los más históricos carteles, en las más espectaculares y monumentales plazas y en las más conglomeradas faenas. No sólo se divertía, sino también divertía, esquivaba estocadas y embestidas.

Esta afición no fue casual, desde niño sintió una gran atracción por la fiesta brava, y cuando llegó al cine se explayó como nunca cuando hizo Ni sangre ni arena (antes había hecho una pequeña actuación cómico-taurina al lado de Manuel Medel en la película Así es mi tierra, en 1937), una especie de parodia taurina dirigida por Alejandro Galindo y que intentaba caricaturizar la película hollywoodense Sangre y arena (1941), protagonizada por Tyrone Power y Rita Hayworth.

En Ni sangre ni arena, Cantinflas era confundido por su gran parecido en la película con el matador Manolete, aludiendo a quien en la vida real era un personaje admirado por el propio cómico. El español Manuel Rodríguez Sánchez Manolete, fue muerto en una tarde de fiesta en la Plaza de Linares, España, el 29 de agosto de 1947.

El bautizo de Cantinflas en el arte de la lidia profesional y el toreo bufo ocurrió el 6 de septiembre de 1936 en la Plaza Vista Alegre, en San Antonio Abad.

Ahí inició esta historia de faenas inolvidables y algunas tan memorables que quedaron grabadas para la posteridad, hasta el 9 de octubre de 1969 en que cerró sus lidias, cuando su sobrino Eduardo Moreno Laparade se casó con la señorita María Asunción Goiricelaya.

Pero la afición por las estocadas y los pases capoteados no fueron lo único de la fiesta taurina en donde Mario Moreno se consagró, también en su faceta como empresario cuando fundó la ganadería Moreno Reyes Hermanos.

“Los ranchos y la cría de ganado bravo fueron una de las cosas que mayor expansión me dieron en la vida . La fiesta brava será siempre insustituible, ya lo he dicho anteriormente, porque en ella se conjugan elementos únicos: valor, las facultades y el talento, como sucede en cualquier manifestación artística”, recordaba Mario Moreno.

“Personalmente, llevé la tienta de todos mis toros y anotaba en un cuaderno especial las características y bravura de cada uno. Se invitaba a muy poca gente: Antonio Toscano, José Luis Sandoval… En la plaza de toros Doña Cholita tentaron Manuel Capetillo (padre) y El Cordobés. Acudía también a la herrada de todos los becerros y yo los marqué a todos. No conservo los registros, porque cuando vendí el rancho entregué todo. Me queda la satisfacción de haber tenido una magnífica ganadería.”

Profesional de la fiesta taurina

El cronista taurino Heriberto Murrieta escribió una interesante crónica sobre la afición de Mario Moreno en el mundo de los toros en la edición especial que la revista Somos (Editorial Televisa, 1993) dedicó con motivo del fallecimiento del cómico.

Titulada De toros, toreros y embestidas. Cantinflas en los ruedos, el periodista relata:

“En 1959 fundó la ganadería de Moreno Reyes en el estado de México. Le compró al ganadero José Antonio Llaguno, hijo del célebre criador Antonio Llaguno, el semental Gladiador, número 10, el mejor que existía en el campo bravo de San Mateo. También obtuvo el semental Cascabel y cien vacas de vientre de Torrecilla, quedando así formado el pie de simiente de su campo bravo con sangre pura de Marqués de Saltillo. Para establecer su ganadería compró 55 hectáreas del rancho La Purísima, a cinco kilómetros del pueblito de Ixtlahuaca, Estado de México. Mandó construir un pintoresco tentadero al que llamó Doña Cholita, en honor a su madre doña Soledad. Para su divisa, que son el crespón y los listones que sirven de distintivo a toda ganadería de toros bravos, seleccionó los colores obispo y oro.

“Los primeros cinco ejemplares de su ganadería fueron lidiados en Jiquilpan, Michoacán, el 20 de noviembre de 1963. No se lidió un encierro completo de seis toros debido a que uno se lastimó durante una pelea. Al año siguiente, presentó otra corrida en Tijuana para Jorge Ranchero Aguilar, Fernando de la Peña y Manuel Benitez El Cordobés.

“Pero el taco grande habría de armarlo en su presentación en El Toreo de Cuatro Caminos, que se recuerda como una de las más exitosas de ganadero alguno en todas las épocas. Ese acontecimiento sucedió la tarde del 6 de enero de 1966 en el gigantesco coso del Estado de México. Joselito Huerta le tumbó el rabo a Espartaco, negro bragado, facado, marcado con el número diez” (el único toro indultado en el Toreo de Cuatro Caminos).

Continuará…