Ha muerto Manolo Carmona, matador de toros de la Macarena sevillana y, como marcan todas sus biografías, primo de los Manolo, Pepín y Rafael Martín y de Mario Carrión por el Bazán materno. Nació el 22 de febrero de 1928 y ha fallecido el pasado 29 de junio en el mismo Sevilla, donde siempre residió. De novillero con su debut en la Maestranza en 1948, de matador de toros y su alternativa en la misma plaza el Domingo de Resurrección de 1950 con toros de Guardiola Soto y la entrega de trastos por parte del madrileño de Paracuellos del Jarama Paco Muñoz y la presencia del de la Isla de San Fernando, don Rafael, el más perfecto estoqueador de mis tiempos (de 1939 a hoy). Los mayores triunfos de Manolo Carmona tuvieron como escenarios la propia Maestranza y Las Ventas de Madrid. También las más graves cornadas. En Madrid, su debut como novillero  tuvo lugar el 18 de septiembre de 1948 con novillos de Escudero Calvo, antes Albaserrada y después Victorino, con Paco Honrubia, valenciano a la altura de “El Vito” con los palos, y “Diamante Negro”, el “oscurito” venezolano Luis Sánchez Olivares.  El 25 de marzo de 1951 confirmó su alternativa en la capital de España y sufrió una cornada grave. Los toros fueron de Enriqueta de la Cova y el doctorante, el mexicano Carlos Vera “Cañitas”, diestro valentísimo que acabó su carrera taurina con la amputación de una pierna, y la presencia de Manolo Escudero, el madrileño de Embajadores, exquisito intérprete de la verónica y clásico del pase natural, menguada su carrera por la cornada que sufrió en San Sebastián y que le afecto al pulmón. Manolo Carmona fue ovacionado en el toro de la confirmación, resultó herido en el sexto toro y, al retirarse a la enfermería, hubo petición de oreja. Los toros dieron un promedio de 25 arrobas (288 kilos a la canal) y asistieron 16.957 espectadores. Buena entrada.

 

Su éxito más cantado fue el 12 de octubre de 1952, en la corrida del Montepío de Toreros que tuvo su especial historia. Había una gran campaña contra el afeitado de los toros y Antonio Bienvenida encabezó  el  intento de su erradicación. Nadie quería acompañarle en la corrida de los toreros y entonces acudió al ganadero Conde de la Corte, al diestro mexicano Juan Silveti, el hijo de “El Tigre de Juanajuato” y a Manolo Carmona, que no andaba sobrado de contratos. La tarde fue triunfal y se les cortaron siete orejas a los toros “cortesanos”, apelativo más adecuado que el de “condesos” porque condes hay varios entre los ganaderos españoles pero de la Corte solo el de Tamarón y Parladé vía Eduardo Ibarra y pura casta Vistahermosa. Una oreja cortó Bienvenida en el primero, dos en el cuarto y sendas Silveti y Carmona en el resto de los toros. Naturalmente, se abrió la Puerta Grande de Madrid y por ella salieron los tres toreros triunfantes pero virtualmente condenados al ostracismo. Antonio Bienvenida se mantuvo con el apoyo de la plaza de Madrid, Silvetí vino unos cuantos años sin llegar a la cifra de festejos que merecía por su categoría artística y, a la postre, se quedó en México sin volver a nuestras plazas, y Carmona , tras dos cogidas en Madrid en 1953 y una en Sevilla en 1954 y la dura competencia con Aparicio y Litri, Ordóñez y Manolo Vázquez, Pedrés y Jumillano y la llegada de Diego Puerta y Curro Romero, en 1959 cambio el oro por la plata en la cuadrilla de Manolo Vázquez y luego en la de Antonio Ordóñez, con el que estuvo tres temporadas.

 

Antonio Ordóñez había tenido la idea de, al final de la temporada, llevar a toda la cuadrilla a un monasterio no sé si a Cursillos de Cristiandad o Ejercicios ignacianos. Creo que eran esos Cursillos, al final de los que los que se llamaban “hermanos” besaban sus respectivos crucifijos y se hacían sus diversas recomendaciones y promesas. Fue a finales de 1961, ya con Camino y El Viti en el escalafón de matadores, cuando Antonio Ordóñez, místico e intimista, se dirigió a Manolo Carmona y le dijo:” Hermano Manolo, te tengo que decir que esta temporada de 1962 no vendrás en mi cuadrilla porque le he dado tu puesto al hermano Juan Antonio Romero”. Y Carmona, calmado pero contundente, le contestó al maestro: “Hermano Antonio, eres un “hijo”. Esto me lo dices antes y no vengo al Cursillo”.

 

El caso es que el puesto lo ocupó el jerezano Juan Antonio Romero, que había dejado la muleta y la espada y quería hacer carrera como subalterno. En 1967 volvió al oro, pero dos años después otra vez echó mano de las banderillas para morir joven, el 29 de diciembre de 1974, de un cáncer. Manolo Carmona estuvo nueve años con Diego Puerta y fue con “Chamaco” y el mexicano Antonio Campos “El Imposible”, de Puebla de los Ángeles (9 de marzo de 1936), que llevaba tal seudónimo por un pase con el que iniciaba sus faenas con un molinete por la espalada y giro que “parecía imposible”. También murió joven y como consecuencia de un cáncer de páncreas. En la última cuadrilla en la que estuvo Manolo Carmona fue en la de Luis Francisco Esplá y, una vez retirado, se dedicó a la tarea de veedor de reses bravas para distintos empresarios, tarea en la que se mantuvo hasta el año pasado. Sevillano y torero hasta su muerte.  

 

 

 

      

Artículo de Benjamin Bentura Remacha

Periodista

Fundador de la Revista “Fiesta Española”

Escalera del Éxito 85