Miembro de una larga saga de toreros y aficionado experto, cuenta los días para el regreso de la Feria de Begoña a Gijón

Pepe Sánchez Saco, a las puertas de El Bibio. DIANA BAIZÁN
Fuente: Pablo A. Marín Estrada – EL COMERCIO

Pepe Sánchez Saco (Córdoba, 1942) lleva la lidia en los genes, sobrino nieto de Manolete y miembro de una larga saga de matadores, una mala cornada frustró su carrera. Lleva seis décadas en Asturias y es asesor artístico de la plaza de El Bibio. Su verano, como su vida, al pie de la barrera.

-¿Cómo vive el regreso de la fiesta a Gijón?

-Hombre, imagínese. Es que eso de prohibir los toros, una cosa nuestra de toda la vida, nadie lo entiende. Encantadísimo de que vuelva la feria.

-Para los no versados ¿cuál es su cometido como asesor artístico?

-Esto es como el árbitro de fútbol y los linieres. El asesor es un señor que sabe de toros y a quien le pide opinión el presidente si hay que dar un puyazo más al animal o si se le concede al torero una segunda oreja.

-¿Es duro o atiende a la afición?

-El público es pagano y si pide la otra oreja, para mí, habría que dársela. Y como en la vida hay que ser transigente, mirar todas las cosas. No es lo mismo un torero que empieza que uno que lleva toda la vida, y atenerse al reglamento.

-Del cartel de este año ¿qué recomienda?

-El toro es como los melones, nunca se sabe el que sale mejor. Y cuando crees que son tres figuras a lo mejor el animal no está en condiciones para hacer una buena faena. Los carteles de este año están muy bien y destacaría en la corrida mixta a Manuel Román, el niño de Córdoba. Va a sorprender. Tiene mucho arte. Algo que se nace con ello.

-Lo dice un sobrino nieto de Manolete ¿Fue el más grande?

-Yo no lo vi, tenía 5 años cuando lo mataron, pero si casi ochenta después la gente sigue hablando de él como si fuera a torear mañana eso dice algo. Y si ve las fotografías, tenía arte hasta para coger el cigarro.

-¿Quién sería la gran figura actual?

-Hay un ramillete de toreros tan grandes que me quedaría corto si meto solo a cuatro. Morante con el capote pegando cuatro o seis verónicas es digno de ver o un Talavante que se arrima como un ‘condenao’ o ese Juli que se va a retirar y es como si fuera a volver a la arena. Se torea mejor que nunca.

-¿Echa de menos sus años mozos cuando aspiraba a ser torero?

-Tenía 19 cuando me pegó una cornada un novillo y me quedé inútil para el toreo. Creí que se me acababa el mundo. Desde entonces me pasa como a Sabina, que dice que no sueña que canta sino que torea. Yo igual: me veo delante del toro, triunfando o corriendo (risas).

-Sé que le gusta la buena mesa ¿un menú para celebrar esta Feria?

-Un salmorejo cordobés, unos buenos rabos de toro y una ventresca del Cantábrico. Vamos, eso no lo desprecia nadie.

-¿Qué piensa de los antitaurinos?

-Que nos respeten como nosotros a ellos. Voy a los toros y me dicen de todo sin que yo les haya dicho nada. Si no les gusta que no vayan pero no tienen por qué insultar.