Simplemente no hubo manera de que pudieran ser lidiados decorosamente, pues su falta de casta y bravura fue más que evidente en cada uno de los toros de lidia ordinaria e incluso en el de regalo de Antonio Romero. Los matadores se mostraron voluntariosos, pero desafortunadamente fallaron con el estoque en cada uno de sus astados en turno; el de regalo se fue vivo a los corrales. Sin embargo, hay dos cosas que destacar: por un lado la voluntad del Ayuntamiento de Guadalupe, encabezado por el Lic. Rafael Flores Mendoza, por apoyar la fiesta brava y promover a los toreros zacatecanos; y por otro lado, la paciencia de los aficionados que permanecieron en sus lugares hasta el final pese a lo gélido del clima. Esperemos que el siguiente año sea mucho mejor que éste.