Cada vez que somos testigos de una corrida de rejones, sacamos las mismas consecuencias. Se celebra ante un público entusiasta con las cabriolas ecuestres junto a susceptibles de los gestos provocadores de los rejoneadores con sus argucias con el caballo y los brazos que provocan el entusiasmo en la asistencia. El coso arde en aplausos general, cuando no de ovaciones por cuanto sucede en el ruedo.

 

La mayoría de cuantos lo pasan bien y lo corroboran con entusiasmo total, por cuanto ejecutan los rejoneadores, igno cual es la buena li­dia ecuestre: Encelar al toro en el caballo, templar su embestida y emplazarlo en los medios para ir en línea recta a hacer la reunión y clavar rejones, banderillas y rejón de muerte. La reunión con el toro se debe hacer de proximidad, con el fin de clavar al estribo, que es lo correcto. Lo contrario es, en vez de dejar llegar al toro hasta el estribo, se le desplaza con cierto giro del caballo y se clava a la grupa, o sea, a toro pasado.

 

Esta acción o ejecución ya no tiene el mismo valor, porque se ha ejecutado fuera de la suerte, de lo, co­rrecto y meritorio. En estos detalles se deben reparar, pues al clavar a la grupa se prodigan los mismos aplausos que al estribo por ignorancia o desconocimiento de lo valido y lo adulterado o ventaja, de la lidia del toreo ecuestre. También hay que tener idea en cuanto a la colocación de rejones y banderilla respecto a cómo quedan clavados. No es lo mismo un rejón en lo alto que caído, o trasero.

 

Otra acción que se debe de conocer es la de clavar por la manga. O sea que el rejoneador vaya por los adentros, o sea barbeando las tablas y sorprender o abordar la situación del toro en el tercio, excepto que el toro por manso se haya entablerado, pues entonces es un recurso correcto. También sucede que se confunden las galopadas con las caballadas y se ha clavado palitroques de manera desigual y si el toro dobla pronto, se pide la oreja, que no se merece. Y si en casos de estos, el Presidente niega la concesión de la oreja, con buen criterio, además de aconsejado por su asesor profesional y un veterinario, le dedican injustamente una bronca equivocada. Es­te comentario previo a lo sucedido en la corrida de rejones que nos ocupa, está provocado por la reacción equivocada del público al doblar el primer toro y el cuarto respectivamente. En estos dos casos se pidió la oreja para el rejoneador Sergio Galán, que actuó en primer lugar ante un toro de pronta arrancada al que toreó bien y clavó a la grupa o sea a toro pasado como ya hemos concretado.

 

Tras el rejón de muerte, fue aplaudido y hubo petición de oreja, que no se concedió. A la muerte del cuarto sucedió algo parecido.

 

El portugués Moura Caetano, no se aplacó en la reunión con el se­gundo, clavó a la grupa y acabó de un rejón de muerte en lo alto siendo ovacionado. El quinto manso, barbeó las tablas, rehuyó la reunión con el caballo. En la brega por meter al toro en razón exyendo por la manga Y el toro se le arrancó con tanta fuerza que alcanzando a «Passape» un caballo con un destacado historial de manera que el golpe le alcanzó la pata trasera derecha provocándole frac­tura del fémur, algo tan doloroso, le tuvieron que apuntillar pa­ra evitarle dolor.

El rejoneador acabó su actuación de un rejón trasero y otro en su sitio. Se pitó al toro y el rejoneador Moura Caetano saludó desde el tercio.

 

Leonardo Hernández rejoneó al tercero a la grupa, lo toreó bien con temple y mando, al acercar con el rejón de muerte sin puntilla fue premiado con oreja. El sexto manso, saltó al callejón. Al clavarlo un rejón de castigo hizo hilo con el caballo, poniéndolo en situación comprometida. Mejoró la embestida y el rejoneador expresó su buen hacer para acabar de un rejón cer­tero en lo alto, y fue premiado con las dos orejas y consecuentemente con la salida en hombros por la Puerta Madrid, el público salió satisfecho por haber visto su espectáculo favorito con sus luces y sus sombras.

 

 

José Julio García

Decano de la Crítica Taurina

Periodista – Escritor

Escalera Del Éxito 103