Cartel atractivo y lleno total, con cambio de divisa en el reconocimiento previo. Rechazados por los veterinarios los anunciados toros de Garcigrande, y tras una movida en los corrales para sustituirlos, se escogieron cuatro de Parladé, ganadería portuguesa, encaste Gamero Cívico y Juan Pedro Domecq Diez y dos de Juan Pedro Domecq Solís, encaste Juan Pedro Domecq Diez, estos lidiados en cuarto y quinto lugar, escasos de tipo, se entregaron en la embestida repitiendo.

 

Dieron buen juego y ofrecieron el triunfo a sus estoqueadores. Los cuatro restantes manejables con sosería en la embestida excepto el sexto mansote, con cabeceo y queriéndose ir de las telas toreras.

 

 

 

 

Los diestros en la línea torera del siglo XXI, citando fuera de cacho, con el pico de la muleta y sacando pases de uno en uno sin ligar o como máximo dos seguidos. Y el pase de pecho, unos de cabeza a rabo, como debe ser, y otros sacando la muleta por la pala del cuello o, por los costillares, como no debe ser. A la hora de matar, perfilados al hilo del pitón, yéndose fuera y atacando con  el brazo suelto, como lo practica el ochenta por ciento de los diestros actuales. ¡Pobre suerte Suprema!.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sebastián Castella, suelto, con sitio y muy puesto ante el primero protestado por su poca presencia, lo despenó de media estocada y se  pitó al toro en el arrastre. Al cuarto de Domecq lo saludó con la muleta por estatuarios. El toro se entrega y va de largo. La faena resulta de larga duración y al rematarla de una estocada, le piden la oreja, el presidente la concede y se escuchan algunas protestas.

 

José María Manzanares tiene ángel, finura y es exquisito en su toreo, sobretodo en el manejo de la muleta, lástima que no lo haga más cruzado sin alivios, que le resta clasicismo. El segundo toro suelto, galopante, picado trasero, se dobló de manos, fue a la muleta con sosería, faena deslabazada rematada con una estocada caída. Escuchó aplausos. A pesar de todo, resultó una faena de tanta calidad artística que al rematar de una estocada le concedieron una oreja. El toro fue aplaudido en el arrastre.

 

Alejandro Talavante se encontró con el tercero que salió con embestida sin fijeza, se dobló de manos, en varas se repuchó. El toro fue a la muleta, aunque la faena no tuvo eco en el tendido y la cerró de pinchazo,            estocada y descabello. El sexto manso derrotaba al tomar la muleta, hasta que se entregó ante la larga insistencia del diestro, sonó un aviso. Tras un pinchazo, una casi entera atravesada, segundo aviso, y acaba de dos descabellos. Dio vuelta al ruedo.

 

Hasta la próxima.

 

 

José Julio García

Decano de la Crítica Taurina

Periodista – Escritor

Escalera Del Éxito 103