En el suma y sigue ferial de San Isidro hemos alcanzado la duodécima corrida que se celebró con tres cuartos de entrada y ráfagas de viento fresco. Se corrieron toros de la ganadería de Alcurrucén, bien presentados pelearon cumpliendo en varas y embistieron con genio y seguimiento del engaño.
Antonio Ferrera es un torero cuajado y con oficio pero continúa en su costumbre de torear sin cruzarse y lo mismo cuando clava banderillas. Al primero lo toreó con capote, lo banderilleó con facilidad y le hizo un muletero facción acabando de una estocada. Al cuarto que peleó con celo ante el caballo lo lanceó con capote, lo banderilleó a cabeza pasada y con la muleta no se cruzó ni templó el pase. Mató de dos pinchazos, sonó un aviso, una estocada baja y sin cruzarse.
Juan Bautista lanceó al segundo con buenas maneras y cumplió en varas. El toro siguió el juego de la muleta y dobló de una estocada y dos descabellos. Ante el quinto la faena resultó ligada pero sin cruzarse y acabó de un estoconazo acunándose y recibiendo un golpe en el pómulo derecho. Fue homenajeado con la vuelta al ruedo.
El Capea toreó bien de capote al tercero que cumplió en varas. Con facilidad y mando se las vio con el tercero que lo mató atacando con el brazo suelto y yéndose de la suerte de dos pinchazos y una estocada. El sexto de salida lo saludó bien por verónicas. Peleó el astado en varas empujando con celo acusando genio y echando la cara arriba. Lo toreó sin descomponer la figura en son muy torero. En un derrote pierde el son que llevaba por verónicas y quedó todo deslucido. En unos pases sin cruzarse cerró el muleteo. Atacando con el brazo suelto dejó una estocada caída y recibió un pitonazo en la cara.
Aquí se acabó el festejo en el que se practicó un toreo sin cruzarse, con gestos ventajistas en banderillas y con la muleta y el estoque. Hay que rectificar y no hacer un toreo que no es eficaz sino vulgar. No olvidemos lo que nos dejó Juan Belmonte: “parar, templar y mandar.”
